1. Don Pancho el conserje se cogió a mi hija (continuación)


    Fecha: 31/12/2025, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: Anónimo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... estando desnuda en posición de perrito y con su miembro adentro del culo. Ese pensamiento me excitó sobremanera y fue el incentivo que necesitaba para relajar el cuerpo por completo y enfocarme solo en el placer de sentir su verga taladrándome el culo.
    
    Viendo que ya no me quejaba, don Pancho aumentaba poco a poco el ritmo y gemía con más escándalo, se notaba que le fascinaba el sexo anal. Ahora ambos gemiamos bien rico y nuestras respiraciones agitadas se sincronizaba, y mis nalgas se estremecian cada vez más por el choque de su pelvis. En eso estábamos cuando alguien empezó a tocar la entrada de la conserjería.
    
    Nada más oír eso entre en pánico y me sobresalte como si un alfiler me hubiera pinchado una pompa, casi que pateé a don Pancho en la barriga y su verga hizo un sonido como cuando un bebé está succionando su chupón al salir de mi culo, el cual apreté enseguida con toda la fuerza que pude. Y jalé la primera tela que vi sobre la cama para tratar de cubrir mi desnudez.
    
    -Ay cabrona, pinche patadón que me diste jajaja. No eres la primera que me pega por asustadiza pero que no se te haga costumbre eh, no quieres verme encabronado.
    
    -Pero vaya a ver quién es que sigue tocando, ¡ay Dios que estoy haciendo!
    
    -Pérame aquí pues, y no se te ocurra vestirte eh
    
    Obvio que no le hice caso y busque mi ropa de inmediato llena de vergüenza. El remordimiento de estar cogiendo con el vil conserje de mi edificio me abrumó de repente. Me levanté y así encuerada di vueltas ...
    ... por la habitación sin encontrar mis bragas y empecé a perder la paciencia al grado que aventé y desmadré todos los cachivaches que había, pues ni me había dado cuenta de lo desordenado y mugroso que estaba todo ahí. Hasta que abrí una cómoda de 3 cajones que había al lado de la cama; el primero tenía cajas de condones, algunos usados y hasta otros rotos arrumbados ahí, me dio harto asco. Pero abrir el segundo me dio mucho coraje. Estaba casi lleno de brasieres, de distintas copas y diseños, algunos también rotos o rasgados.
    
    Al principio no me cayó el veinte pero al abrir presurosa el tercer cajón vi que estaba repleto de calzones, bragas, tangas, pantaletas y ve tú a saber. Había desde la tanga más descarada hasta calzones de abuelita mojigata. —¡Viejo cabrón! ¿En qué momento lo hizo?—, pensé al hallar mi tanga entre ese montón de prendas íntimas. Era obvio que el canijo viejo se quedaba con estás prendas de las mujeres que se llevaba a la cama como si fuesen trofeos. El colmo era que había un culotte de Marisol que le había regalado hace años, olvidaba que mi propia hija también cayó en las garras de este viejo.
    
    Entonces sentí de nuevo esa extraña mezcla entre celos e ira, me decepcione de mi misma por ser otra estúpida más que le da las nalgas a un viejo cuya única cualidad es estar vergón y ser bueno en la cama. Y me llené de celos porque sabía que para don Pancho yo solo era otra casada más que se coge sin ser nada especial para él, en cambio yo estaba arriesgandolo ...
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