El Cazador - Parte 4
Fecha: 25/03/2019,
Categorías:
Gays
Autor: johna.2012, Fuente: SexoSinTabues
... ciertos. Entonces mi mente entró en conflicto… ¿Debía cerrar la puerta o continuar viendo? ―Aquí están ―escuché decir al madurito, en voz baja, y luego lo vi inclinarse sobre el mueble que se encontraba frente a mi cuarto, dándome una excelente vista de sus nalgas y un poco de su agujero, resolviendo por si solo mis dudas de si cerrar la puerta o no. ―Que culote tienes ―le dijo Martin y le dio una nalgada muy sonora, pero al madurito pareció gustarle ya que sólo se puso rojo y sonrió. Entonces Martin se acercó por detrás y lo abrazó, restregándole su enorme pene contra sus nalgas y lamiéndole la nuca, haciendo que el madurito empezara a gemir. ―Espera… espera… aquí no ―le suplicaba entre jadeos, mientras hacía unos intentos torpes por soltarse. ―Te la voy a meter aquí y ahora ―le anunció Martin y pude ver como el rostro de aquel hombre se puso rojo. Las palabras de mi amigo lo habían encendido. El cuerpo de Martin se movía ligeramente contra el de aquel hombre, como si estuviera penetrándolo, mojándolo con su sudor y acariciándolo por todos lados. Entonces aquel hombre se dio vuelta y le plantó un desesperado beso a Martin, con una ansiedad que me pareció bastante exagerada. Sus manos recorrían el cuerpo de mi amigo como si buscaran algo, apretándolo y acariciándolo por todos lados. Luego con su boca empezó a bajar por su pecho hasta quedar de rodillas frente a su pene, dándome una espectacular vista de su culito flexionado y semi abierto. Martin al verlo de rodillas, ...
... tomó su pene y empezó a restregárselo por la cara, luego lo tomó de la base y empezó a golpearle el rostro con su miembro, como si le diera de latigazos, lo que parecía excitar más al madurito. Sin previo aviso, Martin tomó a aquel hombre de sus cabellos y le metió en la boca su pene hasta el fondo, de uno sólo, dándole arcadas de inmediato y dejándolo sin respiración. Pero el hombre no dijo nada, no se quejó para nada, sólo aceptaba y gozaba. El pene de mi amigo parecía un delicioso chupetín para aquel señor, un rico helado que nunca se acababa, que nunca se derretía, no importaba cuanto lo chupaba. Su pene entraba y salía de su boca sin ningún problema. Por un largo rato aquel hombre le chupó el pene, las bolas y todo lo que tuvo a su alcance. Su lengua mojó cada rincón de la entrepierna de Martin, sin olvidar ningún espacio. Entonces mi amigo lo levantó de los hombros, le dio vuelta y lo inclinó sobre el mueble, con el culo blanco al aire. Luego con ambas manos abrió sus nalgas y por un segundo pude ver su agujero, sólo por un segundo, porque luego Martin enterró su rostro entre ellas y le comió el culo con violencia, como si lo estuviera taladrando con su lengua. El hombre sólo gemía y gritaba, pero sus gritos no eran nada afeminados y eso me excitaba. Era un hombre, maduro, hecho y derecho, varonil y fuerte, que estaba gozando mientras le comían el culo… aquella escena era excitante. No me cansaba de escuchar gemir a aquel hombre, era excitante verlo retorcerse con cada ...