1. Mi hermana Julia


    Fecha: 14/04/2019, Categorías: Incesto Autor: ya1gor9di4si, Fuente: SexoSinTabues

    ... polla estaba tan tiesa que me iba a reventar el pantalón. Me estaba destrozando literalmente; la tenía tan dura, que me dolía. Tenía que hacer algo. Sin soltar las bragas de mí hermana me encaminé nuevamente hasta la cocina, sin hacer ruido, y comprobé que no había nadie en la planta de abajo; sin duda mi hermana seguía estudiando en su cuarto. Volví al cuarto de la ropa sucia y me desabroché el cinturón de mis pantalones junto con el botón y la cremallera. Me costó trabajo apartar los calzoncillos de lo tiesa que la tenía… y una vez la hube liberado todo fue muy rápido. Las braguitas de mi hermana volvieron a estar sobre mi cara; a mí me bastó apenas con tocármela para tener una corrida como pocas veces recuerdo: llené todo el cristal del bombo de la lavadora con un buen chorro de leche caliente, y el resto de la corrida fue a parar a las baldosas de la pared. Pasados esos momentos de inmenso placer del orgasmo, me encontré con las bragas de Julia sobre mi cara, temblando de la emoción y, al quitármelas y mirar hacia abajo, me di cuenta de la inmensa corrida que me había pegado: lo había puesto todo perdido de leche; la lavadora, las baldosas, el suelo, mi mano… joder, vaya plan. Una vez recuperado del placer me tocó recoger todo aquello. Lo hice utilizando las braguitas de mi hermana, que quedaron empapadas de mi leche; total, las tenía que lavar igual ¿no? Recuerdo que esa fue la primera vez que tuve fantasías sexuales con mi hermana… y esa noche, en concreto, también ...
    ... tuve otra soberana corrida, ya estando en la cama, pensando en el incidente del cuarto de lavar la ropa y, por supuesto, en Julia. A partir de ese día, la tarea de poner la ropa a lavar se hizo, para mí, cada vez menos pesada. Siempre ponía especial atención en la ropa interior de Julia. Me fijaba mucho en sus braguitas y en las manchas que aparecían en ellas. Cuándo podía, me masturbaba con las bragas de mi hermana en el propio cuarto de la ropa sucia y me limpiaba con su ropa interior; otras veces me limitaba a correrme directamente encima de su ropa. Cuándo no podía realizar tales menesteres en el cuarto de la lavadora, porque hubiese gente en casa, me las apañaba con mucha discreción para guardarme una de sus braguitas en uno de mis bolsillos -tan pequeñas era muy fácil disimularlas- y después me masturbaba con ellas en el cuarto de baño, o por la noche en mi cama. Empecé a ser un verdadero experto en el reconocimiento del olor del flujo vaginal de mi hermana, y también pude darme cuenta de que su olor variaba en intensidad, dependiendo de los días del mes en los que nos encontrásemos. Había días en los que las manchas de flujo eran grandes y con un olor muy fuerte, y sin embargo en otras ocasiones ni tan siquiera estaban manchadas. Tardé poco tiempo en darme cuenta de que ello debía de tener algún tipo de relación con la “regla”; ese asunto que tanto revuelo levantó en mi casa cuándo mi hermana a los doce años escasos la tuvo por primera vez. Yo sabía que Julia usaba ...
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