Mi hermana Julia
Fecha: 14/04/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: ya1gor9di4si, Fuente: SexoSinTabues
... tampones; había visto algunas veces los recipientes de cartón y los envases en el cubo de la basura; también sabía que mi madre usaba compresas: la basura de una familia dice mucho de sus costumbres. Con mucho, mis mejores corridas en todo ese tiempo eran aquellas en las que podía conseguir unas braguitas de mi hermana acabadas de quitar. Pasaba a menudo por la puerta de su cuarto cuándo recogía la ropa y le preguntaba si tenía ropa sucia para bajar. Algunos días tuve suerte y me daba sus braguitas recién quitadas; en esas ocasiones aún estaban húmedas y calientes y su olor era delicioso. Recuerdo especialmente unas braguitas tanga negras que me entregó una tarde en la que estaba hacía un buen rato estudiando en su habitación. - Julia, soy yo. Oye ¿tienes algo para bajar al cesto de la ropa? - No, déjalo, si acaso ya lo bajaré yo -me dijo sin abrir la puerta-. Maldiciendo mi suerte me encaminé hacia las escaleras. - ¡Oye… espera! oí, mientras ella abría la puerta de su habitación. - Toma, llévate esto; voy a pegarme una ducha, a ver si me despejo de tantos números,-dijo-, al tiempo que me entregó lo que parecía ser una camiseta enrollada. Rápidamente me fui hacia el cuarto de la ropa sucia sin tan siquiera fijarme en mi hermana, que sólo llevaba puesto en ese momento una bata rojiza que apenas le disimulaba sus preciosos pechos. En cuánto llegué a la lavadora desenrollé el paquete de ropa que me había dado; allí, junto a la camiseta, un pantalón corto y un sujetador, ...
... estaban aquellas deliciosas braguitas negras; unas braguitas diminutas, tipo tanga. Las cogí y enseguida noté que estaban completamente mojadas; no húmedas, no; ¡estas estaban mojadas! Toda la parte estrecha del tanga estaba completamente empapada, me lo acerqué a la cara y lo olí con desespero: ¡delicioso! El sólo hecho de pensar que aquella prenda había estado acariciando hacía escasos minutos los labios vaginales de mi hermana y que incluso, al ser una braguita tanga, habría estado introducida en su tierna rajita, hizo que me corriera como un loco…. pero esta vez sin sacármela del pantalón. Aun habiéndome puesto perdido, la corrida fue estupenda. Después de eso pasé a limpiármela concienzudamente usando, ¡cómo no! las braguitas de mi hermana. Esa tarea se empezó a convertir en parte del ritual y disfrutaba muchísimo con ello; notar cómo ese delicado tejido, que había estado minutos antes en contacto con el coñito de mi hermana, limpiaba mi polla, aún dura y palpitante, de los restos de mi reciente corrida, era increíblemente satisfactorio. Estuve durante unos meses practicando mi afición favorita y también empezó a despertarse en mí un sentimiento de viva curiosidad por el cuerpo de mi hermana; poco a poco empezó a dejar de ser mi hermana, para convertirse cada vez más en una tía buena, apetecible y que me ponía cachondo. Las veces que no podía disponer de una de sus braguitas mis ejercicios masturbatorios solían ir acompañados de mi más calenturienta imaginación respecto al ...