1. La historia de Ana (Capítulo 1)


    Fecha: 15/04/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... ropas se escondía un cuerpo esbelto y con más curvas de las que imaginé.
    
    2
    
    El tiempo pasaba rápido esos días. Un mes no se diferenciaba demasiado de una semana. Luego de ese primer encuentro nos veíamos cada tanto. Yo siempre trataba de sacarle conversación cuando llegaba por las noches, y así la fui conociendo, sacándole información a cuentagotas. Sabía que vivía sola, que tenía veintisiete años (parecía cinco años menos), y que era violinista, ya que día por medio venía con el estuche del violín cargado en su hombro. Cada vez que la veía, le sacaba una suerte de radiografía con los ojos. A veces usaba pantalones más ajustados, y entonces descubrí que su culo era mucho más apetitoso de lo que había imaginado, y me partía la cabeza tratando de entender porqué no usaba ropa que lo resalte, como hacían otras mujeres.
    
    Ana parecía conocer mi atracción hacia ella, y tendía a sonreírme sugerentemente, cosa que me calentaba muchísimo. Si en ese momento la hubiese conocido mejor, o si yo mismo no hubiese sido tan lento, no me habría costado mucho llevármela a la cama, pero las cosas no sucedieron tan rápido.
    
    A veces no la veía, y me preguntaba si había entrado antes de que yo llegara, o si acaso estaba durmiendo con alguien, en otro lugar. La idea de que se acueste con otro me generaba unos celos ridículos, como si ya fuese mi novia, y su ausencia generaba un vacío angustiante en mi interior.
    
    Mi temor no tardó en hacerse realidad. De repente apareció con un flaquito ...
    ... rubio, muy simpático. Para mi desgracia el pibe me cayó bien. Era educado, y a veces, cuando tenía que esperar a Ana en el hall, conversábamos un poco.
    
    Aquí inició una etapa absurda en donde comencé a entablar una pseudo amistad con ambos.
    
    Me di cuenta de que, mientras más confianza tenía con su novio, Ana se dejaba llevar por un sentimiento de amistad, y parecía olvidar el hambre que yo le tenía. Entonces se abría más, y las charlas intrascendentes cargadas de un coqueteo histérico se vieron reemplazadas por conversaciones más extensas y profundas que nos permitían conocernos mejor. En mi inmadura imaginación, esto era algo positivo, ya que, pensaba, desde la ignorancia, que Ana era una chica a la que había que conquistar desde lo sentimental, y por eso descarté de plano la estrategia más efectiva: atacar directamente, enfocándome en el sexo. En cambio, me mostraba extremadamente amable, le preguntaba si estaba bien, preocupándome sinceramente cuando sabía que tenía algún problema, como cuando se peleaba con su padre, con quien tenía una extraña relación, ya que él sólo le demostraba su cariño entregándole dinero; o cuando me contaba que en las orquestas donde tocaba no le pagaban el sueldo, o cuando tenía que ir al médico para hacerse cualquier estudio… En todos esos casos me imaginaba convirtiéndome en un caballero que iba a salvar a su damisela en peligro. Pero para eso ya tenía a su novio. Yo sólo era un intruso.
    
    El tiempo seguía pasando rápido. En seis meses las ...
«1234...11»