A los pies de Laura
Fecha: 21/04/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Dany, Fuente: CuentoRelatos
... observando mis atributos masculinos mientras flotaba sobre al agua. Me sentí apenado. Pero ni modo, ya no podía hacer nada. Luego la observé. Llevaba un traje de baño de dos piezas que la hacían ver todavía más encantadora. Me quedé de una pieza. No sabía qué hacer, lo único que se me ocurrió fue alzar un poco la voz y decir:
—¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás con los demás en las montañas?
—Pues… simplemente porque desea pasar un día descansado y, además, si me hubiera ido no hubiera podido contemplar el espectáculo que tenía ante mí hace un momento en esta piscina —dijo la chica coqueta y maliciosamente.
Entonces, pensé, no había duda, me había visto al natural, tal como había venido al mundo.
—¡Laurita, lánzame por favor el bañador! —dije alzando la voz un poco avergonzado.
La chica, un tanto bromista, se llevó la mano izquierda hacia la oreja, como tratando de hacer un esfuerzo para escuchar lo que yo le decía.
—¡Qué dices…No te escucho bien! —dijo sonriendo con bastante malicia.
—¡La calzoneta, por favor lánzamela…! —repetí.
—Ah, ya… —con mucha parsimonia estiró el brazo hasta donde estaba la prenda para agarrarla, y extendiéndolo hacia delante agregó:
—¿Te refieres a esto…? —se sonrió mostrándomelo como si fuese un trofeo capturado al enemigo.
—Sí, por favor tíralo.
Laura se quedó balanceándolo como decidiendo hacerlo o no. Luego recogió el brazo sin habérmelo lanzado.
—¿Sabes?
—¿Qué? —pregunté desconcertado.
—He decidido ...
... algo…
—Qué cosa.
—Que no te lo voy a lanzar.
—Por qué.
—Porque vas a tener que venir por él.
Aquel jugueteo, a pesar de ser algo pueril, estaba produciendo en mí ciertos efectos excitantes que, de alguna manera, hacían obligatorio que me pusiese la calzoneta cuanto antes.
—Vamos, Laura Daniela, lázame el bañador.
—No. Ni, aunque me digas todos mis nombres, no insistas, no lo voy a hacer.
Aquel regateo, cosas de Eros, me hacían verla cada vez más bonita, más encantadora, mas… deseable.
—Por favor… —rogué un tanto falsamente.
—No, no me supliques que de nada te va a servir. Tienes que venir hasta aquí, ¿Acaso no eran mis piernas lo que te tenía tan aturdido en el restaurante? ¿No quisieras verlas de cerca? ¿Tocarlas?
Aquello era el acabose del terminose, ya no podía controlar más lo que estaba ocurriendo dentro de mí, poco más debajo de mi cintura. De manera que comencé a caminar hasta donde ella se encontraba sentada. Cuando ya estaba cerca de Laura, extendí el brazo derecho para que me diera la prenda. Ella extendió también el suyo como para entregármela, pero cuando aparentemente estaba ya por dármela, lo volvió a recoger obligándome a acercarme más. Entonces, perdí el equilibrio, y para no caerme tuve que apoyar mi mano sobre una de sus piernas; en ese momento ocurrió para mí algo inesperado: la chica levantó su pierna con el fin de deslizar su pie por mi entrepierna, acariciando con él la parte más sensible de mi ser. Como acto reflejo, quise ...