El oro nos gusta a todos
Fecha: 22/04/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos
... nos ha invitado alguna vez que otra a montárnoslo con varias putas. Creo que tiene parte en un afamado burdel de por aquí, no estoy seguro.
Tras los saludos de rigor con los presentes —su esposa y dos matrimonios amigos, más o menos todos de la misma edad, cincuenta y cinco o así, miembros de la alta sociedad económica de la zona— me preparan una copa —Julia ha preferido quedarse de momento en el coche por si le preguntan demasiado por su marido— charlamos del tiempo —hace bastante calor y han pasado la tarde en la piscina, por lo que están vestidos con bañador y albornoz— y sobre una mesa baja situada entre tres grandes sofás expongo las veinticuatro joyas que he elegido para la ocasión. He tenido buen ojo, enseguida se les enciende la expresión de la cara a mujeres y hombres y en cosa de quince minutos se quedan con todas, sin regateo, pasando a mí poder un buen fajo de billetes —que sería de mí si no admitieracash,por supuesto en negro— que guardo en un pequeño neceser de blando negro cuero marroquí bellamente repujado.
Mientras se enseñan unos a otros las joyas recién adquiridas yo salgo al jardín a dejar el neceser en el coche —bajo el asiento del acompañante hay un secreto hueco en donde guardo una caja de material resistente a los golpes y al fuego, con cerradura especial de seguridad— y a preocuparme por Julia. Fumamos un cigarrillo y la convenzo para que me acompañe adentro a tomar algo, con la promesa de marcharnos lo antes posible. No lo digo, pero mantengo ...
... la esperanza de volver a follar con ella esta misma noche.
Entramos en la casa por la puerta corredera que da a la piscina y antes de que podamos darnos cuenta alguien nos agarra con fuertes manos.
—Ahí, al suelo, junto a los otros, rápido
Un par de empujones y me veo en un rincón del salón, de rodillas sobre la alfombra, con las manos tras la nuca, junto a los tres hombres en bañador. A cinco o seis metros a la derecha están las mujeres, incluyendo a Julia.
—En silencio, calladitos sin rechistar
Un hombre de baja estatura, fuerte, vestido de negro, con guantes y un pasamontañas en la cabeza, parece ser quien dirige a otros dos tipos que llevan igualmente oculto el rostro y ropa negra. Una escopeta recortada y dos pistolas nos apuntan constantemente.
—Tú, Valeriano, ven aquí
El constructor se levanta con cara de miedo que pasa a ser de pánico cuando, según llega junto al hombre de negro, recibe dos puñetazos en el estómago que le hacen doblar las rodillas de dolor.
—Ahora vas a descubrir la caja fuerte que tienes en el salón y la vas a abrir. Después vamos a tu despacho y haces lo mismo con la caja que tienes escondida tras la librería. Los demás, quitaos las joyas que lucís y dejadlas en el suelo para que las recojan mis hombres
Me quito el reloj —es lo único que llevo— y veo como Valeriano recibe dos fuertes bofetadas que le llevan a acercarse rápidamente a una de las paredes, correr un pesado tapiz tras el que hay una gran caja fuerte enclaustrada ...