1. Las desventuras de Elena


    Fecha: 02/05/2019, Categorías: Incesto Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... nunca tomo alcohol y este trago es fuerte, aunque muy rico... –y sonrió para preguntar:
    
    -¿De veras cree que es bonita mi ropa?... ¿No resulta demasiado... digamos, provocativa?...
    
    -No creo que su intención sea provocar... ¿o sí?... –intervino el de rostro enjuto.
    
    Elena sintió que el rubor le hacía arder las mejillas.
    
    -No, claro que no... sólo uso esta ropa para mi marido, pero... pero pensé que sería apropiada para venir aquí...
    
    -¿Y a qué ha venido, Elena? –preguntó el hombre robusto tras beber un largo sorbo de su whisky.
    
    -No lo sé muy bien... –respondió sintiendo que la situación comenzaba a excitarla. Se sentía acalorada y de pronto se imaginó en brazos de esos dos hombres. Opuso alguna resistencia a esa fantasía inquietante, pero fue inútil. Miró las manos de ambos y alucinó que esas manos la desnudaban y luego recorrían todo su cuerpo. Tragó saliva mientras los latidos de su corazón se aceleraban, se tomó la cabeza con ambas manos y siguió respondiendo la pregunta:
    
    -Quizás... quizá vine por curiosidad...
    
    -¿Curiosidad?... yo diría que usted vino buscando algo, señora. –la apremió el hombre de rostro enjuto dándole a la última palabra una entonación muy especial.
    
    Elena sentía cada vez más calor, un calor que la envolvía toda mientras una especie de niebla iba invadiendo su cerebro. Abrió mucho los ojos tratando de recuperarse y balbuceó mientras hacía esfuerzos por mantener derecha la cabeza:
    
    -No... no vine a... a buscar nada...
    
    -¿Se siente ...
    ... mal, Elena? –dijo el hombre robusto. –Seguramente es esa copa que ha bebido. No se preocupe. Dígame dónde vive y la llevaremos ahora mismo.
    
    Elena murmuró la dirección de su casa articulando dificultosamente cada palabra y entonces los dos hombres, luego de intercambiar miradas cómplices, la tomaron de los brazos y la condujeron hacia la salida sosteniéndola con firmeza, porque sus piernas flaqueaban.
    
    La camarera rubia, desde la barra, miró a los tres y se volvió hacia el barman:
    
    -Bueno, la pajarita ya está en la jaula. –dijo con expresión de triunfo.
    
    -Tiempo hace que no nos hacíamos de una presa tan apetecible. –le contestó el barman.
    
    -Y las ganas que le tengo... –acotó la camarera entrecerrando los ojos.
    
    Lo último que percibió Elena antes de desvanecerse fue que ambos hombres la introducían en la parte trasera de un automóvil y le arrojaban su cartera sobre las piernas.
    
    ................
    
    Un intenso olor a humedad hirió sus fosas nasales mientras abría lentamente los ojos. La conciencia volvía lentamente, muy lentamente a su cerebro abotagado. Quiso moverse y sintió un tirón en el cuello, aprisionado en un grueso collar de cuero unido por una cadena a un aro de metal empotrado en la pared.
    
    "¡¿Dios mío, dónde estoy?!", se preguntó aterrada incorporándose con esfuerzo en el estrecho camastro de hierro donde la habían dejado, sobre un par de raídas cobijas y una almohada sin funda.
    
    Una vez sentada y sintiendo aún una sensación de mareo, pudo ver que ...
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