1. Las desventuras de Elena


    Fecha: 02/05/2019, Categorías: Incesto Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... se encontraba en un estrecho recinto mal iluminado por una lamparilla que pendía del cielorraso desdcascarado. El piso era de parquet en un mal estado y contra la pared opuesta al camastro había un lavatorio y un inodoro, ambos artefactos en deplorables condiciones de higiene, y junto a ellos un pequeño ventanuco enrejado.
    
    Se estremeció al comprender que esos dos desconocidos con quienes había estado conversando en El Club no la llevaron a su casa sino a ese lugar aterrador donde ahora la tenían y del que nadie vendría a rescatarla, puesto que su marido ignoraba que había ido a El Club.
    
    "Sólo mañana, cuando vea que no he vuelto a casa, llamará a Julia y entonces irá a El Club..." –se dijo. "Pero recién mañana... y mientras tanto, ¿qué padecimientos deberé soportar?... Y aunque Federico vaya a ese lugar, ¿cómo podría encontrarme si allí seguramente sólo podrán decirle que me vieron salir con dos hombres?..."
    
    Sus captores le habían quitado su reloj de pulsera y el no saber ni siquiera la hora aumentó en ella su desasosiego. Intentó llegar hasta la puerta, pero la cadena era muy corta y apenas pudo dar dos pasos.
    
    Ganada por la angustia volvió a tenderse en el camastro a punto de llorar cuando de pronto la pesada puerta de madera comenzó a abrirse lentamente, con un chirriar de goznes oxidados.
    
    Volvió a sentarse en el camastro y lanzó una exclamación cuando vio a aparecer a la camarera que la había atendido en el club.
    
    -Hola, belladurmiente... –dijo la chica ...
    ... sonriendo burlona al tiempo que la envolvía en una mirada lasciva. Llevaba un bikini de cuero negro cuyas pequeñas piezas estaban unidas por dos tiras con tachas de metal plateado. Calzaba botas negras hasta la mitad de los muslos, con altos tacos aguja, y empuñaba en su mano derecha un látigo de varias tiras.
    
    -Usted... –murmuró Elena entre sorprendida y atemorizada.
    
    -Sí, soy yo, puta... Deberás llamarme señorita Wanda. Voy a soltarte de ahí y más vale que te portes bien si no querés que me enoje...
    
    Elena asintió con la cabeza y mientras la rubia desprendía el extremo de la cadena unida al gancho de la pared, le preguntó con voz temblorosa:
    
    -¿Dónde estoy?... ¿Por qué me trajeron aquí?... ¿Qué piensan hacerme?...
    
    -Estás en El Club del Placer, puta, y te trajimos aquí para hacer realidad tus fantasías... –respondió Wanda deleitándose con la expresión de asombro que se dibujó en el rostro de la prisionera.
    
    -¿Mis... mis fantasías?...
    
    -¡jJajajajajajajaja!... sí, tus fantasías de puta hambrienta de pijas...
    
    -Pero...
    
    -¿Qué? ¿te extraña que sepamos eso, putona?...
    
    -Es que...
    
    -Es que nadie las conocía, ¿verdad?... Salvo tu amiguita Julia...
    
    Los ojos de Elena se abrieron al límite. Sí, sólo a Julia le había confesado sus fantasías y ahora la camarera las había mencionado. ¿Significaba que su mejor amiga estaba involucrada en su secuestro? ¿Era eso posible?
    
    Wanda se dio cuenta de lo que la cautiva estaba pensando y comenzó a canturrear la popularísima ...
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