(10) La misteriosa CB
Fecha: 07/05/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Caminante, Fuente: CuentoRelatos
... sorprendiendo gratamente, CB tenía la iniciativa en todo, yo era un muñeco mecánico, pero si debía de tener en cuenta algo que ella pasaba por alto, mis gustos, no solo la mujer tiene dos lugares donde detenerse, tiene muchos más, y el más simple son los hombros, a muchas les gusta que dejara huella de mi paso, y en otros lugares que ellas se miraban días después ya que la señal continuaba.
Pero ellas no la llamaban señal, la llamaban marca, mi marca en ellas, se de dos que afilaban sus uñas y me dejaban finos cortes como si hubieran utilizado cuchillas y luego me curaban con su lengua, y esos los finos cortes estaban en lugares delicados ¡una pasada!
Se mantenía quieta, sus brazos rodeaban mi cuello y apretaban mi cabeza entre sus pechos, podía sentir sus pezones erectos, parecía saborear la penetración, ya que se movía de forma imperceptible como sí quisiera asimilarlo más o duda de haberlo conseguido.
Se removió un poco, y se elevó despacio, fue poniéndose en pie asentando sus pies en el suelo, y gimiendo de forma escondida detuvo el movimiento, y de nuevo se fue sentando, lentamente y murmuraba palabras inteligibles, gimió de forma prolongada hasta que se sentó del todo, y se removió mordiéndome la oreja izquierda, dijo que le gustaba secarse y el roce del pene al ella retroceder.
Y al oído me dijo que el ensayo había sido mejor de lo que esperaba, ahora quería que prestara atención a su clítoris, quería placer con mi boca y se puso en pie yendo en dirección ...
... a la mesa de juntas, amontonó todas las carpetas subiéndose a ella, se sentó en el borde y apoyándose en los codos me llamó.
Cuando llegué a su lado, separó las rodillas ordenándome que hiciera méritos para poder follarla, que me lo tenía que ganar, ya que hasta ahora no había hecho nada, y que dejarse follar era una forma de premio. Y acerqué una silla, separé sus piernas y miré su vulva, vi finas y largas pelusas doradas, era rubia y no me había dado cuenta. Ella apoyada en sus codos me observaba, vi cierta sonrisa en las comisuras de sus ojos, le gustaba mi atención a su vulva.
Puse ambas manos en las ingles, y con los dedos separé ambos labios, se movió levemente. Miré su abultado clítoris, y pasé un dedo por encima, se removió y mis dedos se juntaron recorriéndole de fuera a adentro, y el cordón se fue endureciendo a mi paso, tenía un buen clítoris, fue cuando echó su cabeza hacia atrás, y de su boca escapó un largo gemido.
Fui pasando dos dedos juntos, de dentro afuera, despacio y su cuerpo se removía a la vez, y cuando llegué al prepucio del clítoris, elevó la pelvis gimiendo, exclamó que la mordiera. No obedecí, y mi lengua removió el glande del clítoris despacio, muy despacio.
Solo escuchaba lejanos murmullos ya que sus muslos cubrieron mis oídos, pero el movimiento de su cuerpo era suficiente para darme cuenta que iba bien, y probé un cambio, dejé al endurecido clítoris unos instantes y con la lengua rocé el orificio vaginal, la réplica fue acertada, de ...