Cuernos por venganza. Lola se cobró la infidelidad del marido, con su vecino
Fecha: 13/05/2019,
Categorías:
Masturbación
Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos
... primero que surge es que me hizo girar en dirección opuesta a la parada del bus, doy como posible, en calidad de muy, que esta será la oportunidad que estuve fantaseando. Ya está todo pensado, a suerte y verdad, la tengo junto a la puerta, se la abro para que ascienda.
—¡Uff! —Suspiró aliviada— Me has salvado de una buena mojadura.
—¿A dónde vas? —sonreímos puesto que lo dijimos casi a dúo.
Pregunté con la voz y con los ojos arrobados por esa cara angelical.
—Yo lo dije primero… —sonreímos…
—A cualquier lugar... —Cierra los ojos— Hoy no pienso ir a trabajar, ¿tienes un tiempo para mí? —Agregó.
A buen entendedor... no era necesario hablar demasiado, la suerte había caído de mi lado, el deseo se había convertido en realidad, con forma de mujer. Somos dos adultos que se vienen reconociendo, diría que como que se venían buscando, sabiendo por vecindad de la relación que dejamos en casa. Del coqueteo mañanero en las miradas, solo hizo falta que el diablo metiera la cola esa mañana para encender el fuego que nos consume. Para un pirata como yo, habituado a las conquistas de las esposas ofendidas, podía deducir que ella era una más en esa etapa donde el enojo con el marido tiene más entidad que las anteriores, que esa mayor entidad también amerita un escarmiento, hacerle algo que pague su culpa. Ella misma es arte y parte en esta sanción, es el sujeto y el objeto, necesita consumar esa condena marital. Podía sentir en sus gestos, exageradamente alterados, y en la ...
... mirada deliberadamente furtiva, que tenía delante a una vulnerable mujer, entregada para lo que dispusiera de ella.
Si bien es cierto que soy un pirata consumado, tampoco soy un abusador de las circunstancias, me gusta ganar en buena ley, bueno no tanto tampoco, soy de hacer alguna trampa, con el justificativo de que “en el amor y en la guerra todas las argucias sirven”, pero con ella y estas circunstancias esa regla del buen pirata, no aplicaba.
—Conozco un lugar... y discreto, donde podamos tomar un capuchino bien caliente para que te quites esa mojadura y… echar una buena charla. ¿quieres?... —dejé la pelota en su campo. Asiente, con la cabeza y suspira.
Con toda seguridad ella había también descifrado mis intenciones, era bien fácil, para asegurarse de mis intenciones y que la llevara cuanto antes, besó su dedo índice y me lo puso en la boca por toda respuesta.
Ordené mis pensamientos más lujuriosos y exageradamente lascivos, le obsequié mi sonrisa más atrevida y puse rumbo al hotel más cercano.
Se dejó llevar, mansita, entregada, sólo le faltó decir estoy vulnerable, resignada al juego de la conquista. Apretó mi mano por toda respuesta, era una forma de rendir la plaza al asedio de tantas mañanas de deseo y fantasías.
Un par de capuchinos sirvieron para producir el impasse necesario, que se despojara de las ropas húmedas por la lluvia, un par de whiskies, para aflorar bronca y despecho, así comenzó a decirme, ocultando la cara entre sus manos:
—Ni te ...