1. La amorosa hija (Parte 2)


    Fecha: 02/06/2019, Categorías: Confesiones Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... arrancándole un escandaloso gemido del tremendo placer: tenía a su padre donde desde hace meses lo quería. Ya era suya. Se había consumado el acto. “¡Ooohhh amoooor… estás dentro de mí por fin!”, gimió ella.
    
    Anne comenzó a frotar con energía su cadera contra la de su padre, sin permitir que saliera un milímetro de su vagina. Los gemidos de ambos se podían escuchar por toda la casa sin recato ni precaución alguna.
    
    Anne comenzó a gemir aceleradamente, experimentando en unos segundos más el primer orgasmo provocado por el pene de su nuevo novio, el primero de muchos, seguramente.
    
    “¡Ohh… ahhh… ahhh!”, jadeaba Anne, “¡no tenemos ni la semana de novios y ve como me tienes, papacito!”
    
    Lentamente, Anne comenzó a levantarse ante la incógnita de Tomás, mientras él observaba como los jugos de su bella hija habían impregnado su vigoroso tronco.
    
    Se dio la vuelta y puso sus bellas nalgas frente a él, abriéndolas con ambas manos.
    
    “¿Te has tirado a alguna mujer por detrás, papi?, ¿por el culo?”, preguntó sensualmente, sin saber ni importarle cuál sería su respuesta, segura de que a su padre le encantaría penetrarla por ahí. “¿Nunca lo hiciste con mami?”, agregó, queriendo ignorar el desconcierto de su padre.
    
    “No hija. Esta será mi primera vez, si es que me lo estás ofreciendo”, contestó pausadamente Tomás, excitado como un adolescente que le había perdido el temor a la primera vez.
    
    “¡Mmmmh! Lo supuse”, dijo Anne.
    
    Tomás no podía dejar de observar el rosado culo de ...
    ... Anne, ansiando envolver su pene con él.
    
    Aunque sabía que estaba bien lubricada y lista para recibir el pene de papi en su trasero, Anne se arrodilló y lo arropó con su boca, ensalivándolo lo más que pudo. Cuando se separó, Tomás vio su pene impregnado aún más con la saliva de su hija. “Yo creo que es suficiente”, comentó.
    
    Anne comenzó a sentarse en los muslos de su padre, frotando entre sus nalgas su babeante y duro tronco. Don Tomás tomó de nuevo las caderas de Anne con sus manazas y la levantó un poco. Cuando sintió tenerla encañonada, y con suavidad, empezó a penetrar con bastante facilidad su ya bien lubricado ano, lentamente, con cuidado de no lastimarla, haciéndola gemir y exigirle que no se detuviera. Don Tomás quedó inmóvil al tener a su hija completamente penetrada, sintiendo su intestino amoldarse a la perfección al contorno de su grueso y largo pene, como guante a la medida.
    
    “¡Aw, papi…si siento como me estiraste más que al metérmela!… ¡y como me llenas más ya dentro de mi…! ¡La tienes bien gorda, novio!”
    
    Tomás afianzó a Anne cruzando sus velludos brazos sobre su estómago, atrapada contra sí mismo. Ella puso ambos talones sobre las rodillas de papi, facilitándole la entrega de cada milímetro de carne.
    
    “¡Ahhh… como soñé con este momento! ¡Era mi mayor fantasía Anne!”, dijo Tomás con jadeante voz. “Haz lo tuyo, novia. Sácame toda lo que puedas, princesita”, comandó el viejón.
    
    Mientras Tomás besaba la nuca de su hija y acariciaba sus senos, Anne se ...
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