1. Inmigrante (04)


    Fecha: 25/08/2017, Categorías: Dominación / BDSM Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    ... anunciaban su corrida tenían que oírse en toda la ciudad.
    
    Ya cerca de mi final, la hice darse la vuelta y ponerse a cuatro patas. Con la polla bien mojada en su coño, la metí directamente en su ano, avanzando despacio pero sin parar, como había hecho muchas veces antes.
    
    Ahora sus gemidos quedaban apagados por la almohada. Yo me lancé a follárselo con dureza, arrancándole un par de orgasmos más antes de correrme.
    
    Tras un rato de relajo y una ducha, se vistió y marchó rápidamente para ver si llegaba a tiempo de encontrar sus bragas antes de que cerraran la sala.
    
    La acompañé a la puerta para despedirla, y de regreso observé que la luz del salón estaba encendida, y la puerta entornada. Creía que la había dejado apagada, pero cuando entré, vi que Ana dormía en el sillón. Estaba con una bata y un pijama debajo.
    
    Fui a la habitación, cambié las sábanas y volví al salón, la tomé en brazos sin que ella se despertase, lo que me extrañó un poco, la llevé a mi cama, retiré su bata, la acosté y yo lo hice junto a ella.
    
    No pude dejar de observar la mancha de humedad en el pijama y otra más pequeña en la bata.
    
    Cuando vivía en el otro piso, hacíamos apuestas para ver quién roncaba más fuerte y para comprobarlo, nos grabábamos por la noche. De esas grabaciones conseguí imitar muy bien mi sueño.
    
    Me dio la impresión de que no estaba dormida, que solo estaba fingiendo, así que yo simulé dormir, notando al poco rato, un ligero movimiento de la cama muy regular y rítmico. ...
    ... Paralelamente, su respiración se fue acelerando, hasta que todo terminó con un gran suspiro.
    
    Dormir fuera de mis horarios habituales me genera un sueño poco profundo, por eso me desperté de madrugada sintiendo nuevamente el movimiento de la cama.
    
    Cuando me levanté por la mañana, fui directamente a la ducha, desnudo como estaba. Al salir, oí ruido en la cocina y fui a ver cubierto por la toalla, encontrando a Marga colocando el desayuno.
    
    -Buenos días Marga. ¿Le importaría traer el desayuno de Ana? Ha pasado la noche aquí.
    
    Con una sonrisa medio de complicidad medio vergüenza, asintió.
    
    -Sí, señor, ahora mismo.
    
    Volví a mi habitación a vestirme, con cuidado de no despertar a Ana, pero las 12 de medio día era muy tarde para alguien que se levanta normalmente a las 7.
    
    Cuando me di la vuelta me estaba mirando.
    
    -Buenos días, Ana. ¿Has dormido bien?
    
    -Sí, muchas gracias. Y gracias también por traerme a la cama y no dejar que hoy me despertase con dolores por dormir en el sofá.
    
    -No hay de qué. Si quieres, puedes ir a la ducha y luego desayunar conmigo en la cocina o desayunar conmigo en la cocina y luego te vas a tu casa a ducharte.
    
    -Mejor voy a mi casa, me ducho y me cambio y luego vengo a desayunar contigo.
    
    Fue lo mejor, porque olía a hembra desde lejos, y no sé si me hubiese aguantado.
    
    Durante el desayuno me explicó que había vuelto para excusarse por su brusca despedida, y que me había encontrado “ocupado”, pero que como parecía que terminaba, se ...
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