43.2 Telmo, un chico con corazón
Fecha: 05/06/2019,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
... su abuela le encantan las procesiones y visitar las iglesias, me llamaría mañana para decirme la hora de su llegada.
Tenía un correo de mi madre con multitud de fotografías, habían estado en el pueblo de visita, me mostraba los campos floridos de los blancos almendros, los cerezos blancos y rosas, los rojos ciruelos salvajes, las nubes blancas de flores de los endrinos, parecía que el cielo había caído a la tierra señalando con su blancura las divisorias de los distintos terrenos. Un estallido de color visto desde la terraza del primer piso de su casa.
Este mediodía miraba el bosque que envolvía la fábrica, donde ya aparecían los retoños tiernos, los pimpollos de las nuevas ramas y hojas que nacían y no lo había sabido ver, disfrutar de la eclosión primaveral tan bonita y que me lo hacía pasar tan mal algunos años por mis alergias.
Llamaba juguetón, golpeando los cristales de las puertas que nunca abría. Cuando llegué a la principal estaba encima del felpudo, tan grande él que cabía por la puerta porque está ocupaba todo el espacio, desde el techo al suelo, respondí a su sonrisa con la mía, en una mano traía un paquete y en la otra un ramo de rosas rojas, de las que vi el otro día cuando estuve en su casa con Gonzalo.
Me aparté para dejarle paso y no se movió, inclinó su cabeza a la altura de la mía y tuve que besarle para que entrara, conservaba alguna pequeña marca en el rostro, pero su sonrisa decía que no pasaba nada, que era una dulce tarde de Abril como ...
... tantas otras.
Dejó lo que llevaba en las manos y sin quitarse su anorak rojo, que le sentaba tan bien a su morena cara, volvió donde yo estaba, me sujetó por la cintura y me elevó del suelo, me acercó a él hasta que nuestros rostros quedaron a milímetros de distancia y colocó sus aún hinchados labios sobre los míos, fue un beso suave donde lo único que hizo fue sujetar mi labio inferior entre los suyos y me apartó para mirarme fijo sin bajarme al suelo.
-Gracias, Daniel. –y entonces me estrechó muy fuerte contra su pecho y pasé mis brazos por su cuello abrazándole a mi vez compulsivo. No dejaba de abrazarme y se hacía eterno el achuchón.
-Te abrazo por mis padres y mis hermanos que no lo van a hacer aunque quisieran, dice mi madre que eres como mi hermano y que he tenido mucha suerte al conocerte.
-Suéltame Ray, ya está bien, no ha sido para tanto. –deposité un beso en su cuello.
-Entonces por lo que no ha sido. -hacia el abrazo más estrecho.
-Me vas a romper las costillas, bruto, tienes demasiada fuerza. –al fin me soltó, no sin antes volver a besar mi cara.
Cogí el ramo de rosas y lo llevé a mi nariz, olían muy poco, pero eran muy tiernas y suaves.
-Ahora las coloco, déjame, mira como están las del florero todas agostadas y secas.
Al lado del florero esta la rosa que me regaló Gonzalo el pasado viernes ya seca, le pedí que no la tirara, tenía que guardarla con otros recuerdos, como la placa con la paloma de la paz de Pablo Picasso que me regaló ...