Miranda
Fecha: 11/06/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos
... Siempre me lubrico bastante con un aceite de rosa mosqueta o de aloe vera —algunos de esos lubricantes muy extendidos comercialmente por ser de marcas de preservativos me producen irritación— que esté bien suave y se deslice sin protestas de mi hembra. Además, que me gusta el aspecto oleoso de mi polla, brillante, con las venas bien marcadas, tiesa y dura, palpitante, como si supiera lo que le espera. El glande es grueso porque tengo grande el rabo, así que no me queda más remedio que empujar bastante, de manera continuada, sujetando bien el culo para que mi mujer no lo mueva inconscientemente por efecto de cierto miedo al posible dolor. Ya está dentro, alguna mínima queja de Miranda, traducida en pequeños sollozos, quien rápidamente comienza a dar sus continuados cortos grititos habituales, tensa todavía, empezando a moverse suavemente de manera casi imperceptible sintiendo mi polla dentro, que sin prisa pero sin pausa ya está toda ella follándose este culo glorioso. ¡Cómo me gusta!
Adelante, atrás, una y otra vez, repitiendo, subiendo poco a poco el ritmo, escuchando los quejidos de excitación de la hembra acompasados con la follada, el chop-chop provocado por el aceite, mi respiración cada vez más fuerte y ronca, los latidos de la sangre en mis oídos, la sensación de estar muy cerca la corrida... Ahhhhh, ¡qué bueno es!
No la saco del estrecho agujero mágico hasta que mi mujer se corre tocándose el clítoris con dos dedos en un movimiento circular muy rápido. Tras su ...
... largo grito de placer, nos derrumbamos en la cama, dormitamos abrazados y, si tiene más ganas, me pone de nuevo en marcha chupando y mamando mi polla.
Miranda ni es tonta ni se comporta de manera hipócrita conmigo, con su esposo, ni es unpendón desorejao. Tras dejarme claro que se casó porque me quiere —podíamos haber seguido con una relación sexual sin necesidad de dar ese paso, para ella muy importante— está a gusto, quiere mi compañía, se siente querida y deseada por mí, disfruta cuando follamos y, según sus palabras, mi polla es la que le gusta de verdad —de tamaño no tiene queja: veintiún centímetros de largo por cinco y medio de ancho. También me explicó su necesidad de sentirse viva ante los hombres, de ver cómo se deshacen de deseo ante su cuerpo, de cómo intentan convencerle para follársela, camelarla diciéndole lo que quiere oír, de su poder manejando como quiere a los tíos que esperan susí, vamos a follar. Es consciente que está ya en los cuarenta años y poco a poco dejará de ser la diosa de cuerpo maravilloso, por lo que quiere seguir con su ritmo de vida, tirándose a quien le apetece y teniendo mi consentimiento para ello y, además, mi presencia física mientras lo hace con otro tío. Esto último me costó admitirlo, pero ante su insistencia —lloros incluidos— accedí una primera vez para probar, y después digo sí siempre que me lo pide.
Me excito como un mulo viendo a Miranda follar con otro tío. No admite besos en la boca como no sean los míos, y como es ella ...