El secreto de Rita Culazzo (Parte 3): La ley de gravidez
Fecha: 17/06/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... la panzona con las tres vergas adentro. Se chorreaba la muy puta. Creí que iba a parir ahí nomás después de la paliza que le dimos.
Por el tono de la charla calculé que nuevamente había descubierto a mi tía hablando con su otra hermana (la que había visto lamiendo las nalgas de mamá en el cumpleaños del abuelo). En su siguiente elocución se la notó molesta con su supuesta interlocutora:
–No la defiendas, es una puta calienta pijas. Es el segundo hijo que le hace a mi marido, la odio –dijo en voz baja pero alterada– ¿Eeeh, qué decís? –Dijo luego de unos segundos bajando aún más su volumen– ¿Cómo que Julio no es hijo de Juan?
¡Estaban hablando de mí otra vez! Afiné mi oído para no perderme de nada.
–Por supuesto que podés confiar en mí, contame, ¡dale!
En ese momento, hubiera dado uno de mis brazos con tal de poder escuchar lo que decía la voz en el teléfono. Después de un prolongado silencio que me resultó eterno, mi tía volvió a hablar:
–¡¿Cómo?! Decime que es broma –e insistió– ¿Es broma, verdad? ¿Por qué me entero recién ahora? Todo este tiempo estuve creída que Julio era hijo de mi marido, y resulta que… no, no, no lo puedo creer, esto es muy fuerte… necesito tomar mi pastilla –y terminó abruptamente la comunicación.
¿De qué se acababa de enterar mi tía? Toda clase de conjeturas se entreveraron en mi cabeza. La primera fue confortable: esto confirmaba que en realidad yo era hijo de mi padre y no de mi tío, hecho que ya sospechaba yo tras mi estudio ...
... del tamaño de las vergas familiares, que había resultado tan efectivo como un análisis de ADN. Sin embargo, había algo que no cerraba: yo ya había escuchado a mis tías conversar sobre este tema, y ambas parecían coincidir en que yo era hijo de Juan. ¿Por qué mi otra tía había decidido cambiar la versión? Y, lo más importante, ¿cuál era esa otra versión?
La mañana dio paso al mediodía y poco a poco todos se fueron levantando; mi tío y mis primos con un semblante de satisfacción producto de la orgía, mi abuelo y mi padre con una gran resaca narcótica y mi madre vivaz, como buena perra satisfecha.
Más tarde, durante el bullicioso almuerzo familiar, mi tía se mantuvo en silencio, con gesto de espanto. A veces me miraba de reojo; hacía lo mismo con mis padres, y se mantenía absorta. ¿Qué era lo que sabía sobre nosotros? Pasaron horas para que volviera de su letargo y reaccionara con algunos comentarios banales.
Tan concentrado había estado yo tratando de decodificar su inexpresión, que no advertí la ausencia de mi madre. Me tranquilizó comprobar que mi tío y mis primos estaban allí mismo, en la sala, al alcance de mis ojos vigilantes. “Estará en el baño”, pensé. Pero luego de un buen rato, al ver que demoraba, decidí patrullar la casa en su búsqueda.
Efectivamente, como había pensado en un principio, estaba en el baño; pero no estaba sola. Mis ojos pudieron verla a través del breve intersticio que forjaron mis dedos entre la puerta y el marco. Estaba inclinada hacia ...