1. El secreto de Rita Culazzo (Parte 3): La ley de gravidez


    Fecha: 17/06/2019, Categorías: Confesiones Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    ... adelante contra el lavabo, con sus manos apoyadas en la pared, con su vestidito arrollado en medio de su arqueada espalda y enteramente enculada por mi abuelo. ¡Sí, mi abuelo!
    
    El septuagenario, parado de tras de ella, con sus pantalones bajos hasta sus tobillos, la tenía fuertemente sujetada del pelo y le aplastaba el rostro contra el espejo, mientras la mataba a pijazos con un vigor juvenil envidiable (ni rastro parecía quedar del somnífero que lo había planchado toda la noche). La nariz y la boca de mamá se veían deformadas a raíz del aplastamiento y su lengua lamía la lengua reflejada. Estaba extasiada con la verga de su padre en sus entrañas.
    
    El viejo, cuando sintió que acababa, le sacó la pija de la cola, la hizo voltearse a puro jalón de cabello y le lanzó un gran chorro de semen en la protuberante panza. Luego hizo que su hija se arrodillara y le diera una buena lustrada al tremendo vergón maduro que se cargaba.
    
    Volví a la sala pasmado, tratando de disimular mi erección y reflexionando sobre todo lo vivido en menos de un año; sobre los secretos familiares descubiertos y sobre los que me restaba por descubrir. También vino a mi mente esa ley enunciada por Daniel la noche anterior, la que establecía una proporcionalidad directa entre el tamaño de la panza de una embarazada y su necesidades sexuales.
    
    En ese momento era yo el que estaba absorto como antes lo había estado mi tía. Me despertó de esa especie de coma un fuerte grito de mi madre que parecía pedir auxilio. Todos saltamos de nuestros asientos y corrimos rumbo al baño siguiendo el sonido; pensé que mi padre iba a descubrir todo. Cuando llegamos nos detuvimos frente a la puerta y observamos desconcentrados, porque aún faltaban un par de semanas para la fecha señalada. Mi abuelo estaba ahí, junto a ella, correctamente vestido; parecía que había llegado primero que todos para socorrerla. Ella respiraba agitada; había roto fuente.
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