1. Cómplice, cuernos sin culpa


    Fecha: 01/07/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos

    ... vericuetos pasionales, turban la razón y enredan los sentidos. Deambulamos en un mundo de sensualidad y lujuria, perdidos en la nebulosa de la intensidad y fragor del bombeo continuado dentro de su ardiente conchita.
    
    De nada me sirvió desviar la concentración, la urgencia de la carne se impone perentoria y exige una reparación a tamaña calentura.
    
    Raquel sabia en leer los gestos del macho, presiente que me está llegando el momento supremo, cuando la calentura turba la razón y las prevenciones.
    
    —¡No pares! ¡Sigue, sigue, fuerte…! ¡Acaba dentro… dentro mío!!!!
    
    Sus palabras sonaron a trompetas de gloria, era el más maravilloso sonido que mi carne podía haber escuchado, dejarme ir dentro de ella era como entrar al séptimo cielo y tocarlo con las manos. – ¡Ah, ah, AHHH…!
    
    Fue lo más que pude decir cuando la copiosa acabada fluyó de mis entrañas para llenar las suyas. La abundante cantidad de esperma parecía estar en relación con la proporción de mi abstinencia y su ansiedad, fue el momento liberador de los deseos prolongados e intensos convertidos en una descarga efusiva.
    
    —¡¿Cómo vas?!
    
    Fue la pregunta que me surgió luego del delirio de la efusiva y copiosa venida dentro de ella.
    
    —¡Acabé! Fue cuando te venías dentro mío, esa leche caliente me arrastró en tu orgasmo… ¡ufff!!!
    
    —estaba tan… tan… no sé cómo decirlo… -Caliente dijo ella - Sí... sí eso, tan caliente que mi propia calentura me hizo perder el sentido de todo, solo podía estar en la leche que ...
    ... salía de mí…
    
    Nos besamos, seguía enlazada a mi cintura, no quería que me saliera de ella, gustaba sentirme dentro, ajustado en su carne. Podía sentir los tardíos latidos de su orgasmo, sorprendente perfección en su técnica, presiona con mayor energía que antes la menguante rigidez del dardo de carne. No quería salirse, quería sentir la espada de mi carne envainada en su estuche sensual para prolongar su orgasmo e intentar llegar al éxtasis.
    
    Calmos y disfrutando del clímax resultante, sin palabras, solo sentir, cada quien ensimismado disfrutamos ese instante de goce que deviene de un polvo tal exigente y vehemente como el que acabamos de vivir.
    
    Raquel yacía boca abajo, viajando por el delirio del intenso orgasmo. Coloqué mis piernas a ambos lados de ella, ahorcajado sobre sus nalgas, mis manos se aferran convulsivamente a la almohada que ahora reposa bajo su vientre, mientras el cuerpo de la mujer se proyecta hacia delante y eleva sus caderas para ofrecérseme franca y sumisa.
    
    La penetración fue gozada, más calma, pero tan intensa como la previa. Se prolonga en tiempo y espacio, todo va tomando ritmo y la calentura asciende por la espiral que nos lleva de lleno al fragor de metisaca intenso y convulsivo, se contraen sus labios, aprieta mi verga, técnica eficiente que exige concentración para no dejarme llevar por esa forma de cogerme. Porque es ella quien gobierna las acciones, quien está conduciendo mi calentura, levándome a sensaciones inéditas.
    
    Se mueve y agita, ...
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