1. Cómplice, cuernos sin culpa


    Fecha: 01/07/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos

    ... siempre hice gala de prolongar por mucho tiempo mis relaciones sexuales, pero con ella se me han “quemado los papeles”, los tiempos se acortan, la acción de la hembra reclama la eyaculación, apremian el deseo y acortan el tiempo. Puedo sentir como la esperma comienza a emprender el camino hacia la liberación, la siento fluir desde lo profundo de mis riñones, un tropel de emociones se encamina hacia el destino final: eyacularle.
    
    —¡Por Dios! ¡Toma! ¡Toma! – exclamé de forma casi gutural.
    
    La boca reseca, labios entreabiertos, visión nublada solo me permitía vislumbrar la silueta de la mujer que poseía y recibía mi semen. Entre gemidos y gruñidos entrecortados acabé un verdadero torrente de espesa leche dentro de la concha de Raquel. Seguí apretando mis rodillas contra sus caderas, elevando mi cuerpo por sobre el de ella, entrando más en cada chorro de semen, disfrute de la enlechada hasta el último estertor con la última gota de semen.
    
    El guerrero descansa sobre el dorso de la hembra servida con el semen del macho, dos humanidades en el más puro y primitivo de los placeres, el sexo a pleno, total y sin reservas.
    
    Nuevamente me pide seguir encima de ella, prolongando ese placer que siente cuando el hombre que la hace feliz se queda prolongando su propio goce, acompañando su orgasmo tardío, pero igualmente satisfactorio.
    
    El reloj dijo que habían transcurrido casi cuatro horas desde el inicio, nuestro reloj biológico indicaba otras sensaciones. La despedida tan solo ...
    ... fue un hasta mañana, dicho desde el vano de la puerta, cuando anudó el lazo del cinturón del impermeable, llevándose en su mirada la imagen del reposo del guerrero tan luego de una ardorosa batalla.
    
    Después de este encuentro se sucedieron varios, casi todos los días de esa semana estuvieron agitados por los encuentros de sexo con Raquel, tampoco faltó probar como era hacerlo analmente.
    
    En todos los encuentros siempre campeó la lujuria y el deseo como expresión de máxima, buscando sacar lo más y mejor de nuestras ganas puestas en función del placer compartido. Justamente en una de las últimas veces Raquel llegó con la alegría exultante y las ganas tan explícitas que me dijo:
    
    —Luis, ahora es el momento de mi regalo. Bueno tengo dos… uno decirte que soy muy feliz y el otro te lo voy a dar ahorita mismo.
    
    Se colocó entre mis piernas, bajó los pantalones y sacó el miembro del bóxer, arrodillada delante de mí, lo tomó en sus manos y comenzó a sacudirlo, despacio y sin dejar de mirarse en mis ojos, controlando cada gesto, cada gemido. Comenzó a mamarme, como siempre, pero de otro modo, con otra intensidad, con otra concentración, con otro entusiasmo, de tal modo que prontito me llevó al límite de mi resistencia.
    
    Apretaba por la base del pene para yugular y sofrenar la inminencia de la venida, técnica que repitió un par de veces hasta hacérseme insostenible, las manos tomando con fuerza sus cabellos le dicen cuánto.
    
    Vuelve a mamar con renovado entusiasmo, sacude con ...
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