1. Me hice la loquita con los tacheros


    Fecha: 13/07/2019, Categorías: Incesto Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... en la conchita sosteniéndome de las piernas y sin averiguar si yo estaba de acuerdo, aunque no hiciera falta.
    
    Andrea ahora me comía las tetas, me pedía que gima y que saque la lengua, a la vez que mi cuerpo sentía cómo esas dos pijas se tocaban al penetrarme con un poco más de lentitud y cariño, para hacerme gozar mejor. Cuando la sacaba me la estiraba como a un chicle con sus labios, le daba unas mordiditas y me decía todo el tiempo:
    
    ¡cogé chiquita, ponete bien puta, bien perra te quiero!
    
    Ellos jadeaban perforando mis canales, sudaban a mares y me moreteaban la piel con sus azotes, pellizcos y caricias tan rudas como los pijazos de Dani que, por momentos perdía estabilidad.
    
    Sentí de pronto un escosor en el culo cuando Alejandro arremetió de golpe con un estiletazo brusco, porque su semen comenzó a fluir como la lava de un volcán por mis intestinos, y no podía dejar de regalarme sus últimas cogiditas, hasta que su pija se hizo chiquita y solita abandonó mi agujerito, ahora cicatrizando gracias a su generosidad.
    
    Sin embargo, tuvo que ...
    ... sostenerme hasta que Dani se sacuda algo confuso y me dé toda su lechita en lo más profundo de mi vagina tan alzada como la vocecita de Andrea repitiendo:
    
    ¡uuuy putita, qué lecherita que sos, cómo te cabe la pija nena!
    
    Apenas me puse de pie Andrea me hizo unos mimitos mientras se excitaba viendo cómo me caía leche de la cola y de la conchita. En ese momento crucial sonó su celular vibrando en la mesa. Era el dueño del lugar, que al parecer le gritoneaba a la mina por tener los teléfonos desconectados.
    
    Enseguida Mario, que solo miraba y filmaba, activó las líneas, abrió la puerta, encendió los handys y se las tomó. Daniel ordenó un poco la mesa a las puteadas, y Andrea me ayudó a vestirme a los apurones diciéndome:
    
    ¡ahora te mandás a mudar pendeja, y de esto ni una palabra a nadie… y ojo con andar calentita en el taxi!
    
    Más tarde dijo:
    
    ¡Ale, llevala y dejala en la casa, así se baña la muy cochina, que tiene un olor a leche que mata!
    
    Y así fue nomás. Ale me llevó sin mirarme siquiera.
    
    Aunque al menos tuvo la cortesía de devolverme la tanga! fin 
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