1. Negación - Capítulo 9


    Fecha: 01/08/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    ... primera levantada en días. Me advirtieron que lo tomara con calma, había puesto medias anti-trombos en mi “pie bueno”, el malo seguía enyesado, rígido. Quería asearme, y me negaba rotundamente a un “baño en cama”, la idea me parecía humillante, insistí en que autorizaran, por lo menos, que pudiera caminar a la regadera. En la ducha había una silla para discapacitados y el sistema de apoyo completo que me permitiría estar bajo el agua por algunos minutos. Estaba casi por llegar a mi objetivo cuando lo sentí reírse a mi espalda. Era el Doctor Bromas. No entendí qué le había causado tanta risa, hasta que me lo explicó… a su manera.
    
    - Bueno al menos ya sé cuál es color de tu piel – lo escuché decir.
    
    - ¿Perdón? – dije sin voltearme.
    
    - El color de tu piel… - repitió, como si fuera obvio. – lo estoy viendo ahora.
    
    Y lo comprendí, me había levantado cerrando la parte trasera de la bata con una de mis manos, pero la Enfermera insistió en que tenía que apoyarme en unas ridículas muletas, y olvidé mis cuartos traseros expuestos. Él se regocijaba haciéndome sentir avergonzado. Decidí seguir caminando, de alguna forma, cuando me sintiera limpio, podría pedir ayuda a Brawny para cubrir mis partes pudendas con un bóxer, y tal vez usar un pijama y no el ridículo paño hospitalario.
    
    Luego de ese incidente, pasé a ser conocido por el Doctor Sergio Obregón, como el “Blanquito”, “Trasero de Bebé”, “Don Nalgas”, “Mister Pompas”, “Trasero con Talco” y un sinfín de apodos más. No ...
    ... perdía oportunidad de molestarme. El miércoles por la mañana sugirió que podríamos evaluar la evolución de mis moratones comparándolos con el color de la piel de mis glúteos. Ese mismo día me habló de los planes para mi “rehabilitación”. Había dejado pasar el tema de la terapia con la psicóloga, más por consideración a la salud mental de Claudia que la mía.
    
    El Dr. Obregón quería que tomara por lo menos dos semanas de descanso antes que retomara mis actividades laborales. No me acababa de agradar la idea, me dejaba un sabor amargo en la boca. Dos semanas era mucho tiempo.
    
    - ¿Dónde trabajas? – preguntó mientras escribía en mi Historia Clínica.
    
    - Bueno… en… en el Departamento de Informática – dije dudoso. Pensé que él sabría eso al menos. Mis compañeros de trabajo iban y venían cada cinco minutos.
    
    - ¿Dónde? – quiso saber, sin despegar la vista del Formulario que completaba.
    
    - En el Departamento de Informática. – reiteré - En este mismo Hospital – añadí. Me miró.
    
    - ¿En serio? – había sorpresa en su voz.
    
    - Sí, y… en el Gimnasio Hércules… - agregué - hago clases ahí.
    
    - ¿De verdad? – si voz un tono más agudo.
    
    - Y… también en la Universidad – concluí.
    
    - ¿Tienes tres trabajos? – estaba atónito. Me pregunté si su sorpresa se debía a que no me considerara mentalmente capaz para desarrollar esas labores.
    
    - Evidentemente – me apuré a responder.
    
    - Tres trabajos – se dijo a sí mismo, tratando de convencerse – ¿Para qué necesitas tanto dinero? – me miró ...
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