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¡Hacéme lo que quieras!
Fecha: 24/08/2019, Categorías: Poesía Erótica, Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... medio de la erupción de mi boca invadida salpicó también la almohada. Me saqué la bombacha, me senté de piernas cruzadas en la cama para pajearme mientras él estiraba mi calzón entre sus dedos y me miraba. Cuando mis gemidos se intensificaban me levanté como despedida de un columpio invisible. Me colgué de sus hombros frotándome en su cuerpo y logré tirarlo en mi colchón, donde después de mamarle el pito unos minutos supe que era mi momento. Me subí a sus piernas temblorosas y coloqué su miembro en mi concha húmeda para darle saltitos, cabalgarlo emputecida, moverme de atrás hacia adelante, dejarme penetrar hasta el límite de mi vagina y sentir esa espada lechera en el clítoris como una interminable descarga eléctrica. No podía callar mis gemidos ni el cese de mis jugos ardientes. Los pezones me dolían de tan erectos, cuando él buscaba meterse cada vez más adentro mío, y su verga era mi trozo de paraíso. Estábamos en lo mejor de la cogida cuando oigo junto a la ventana el llantito de Valeria acompañado de unos insultos entre los varones que se peleaban. No podía comprender las palabras. Martín no me soltaba los brazos cuando ambos oímos: ¡maaaa, vení que la Vale se hizo pis! Era la voz de Mariano la que alarmó mis sentidos, y seguido de eso se oyó a Rodrigo golpear la ventana con otro grito. ¡No pares guacha, seguí cogiendo así que te la doy toda, y que la Vale se cambie solita la ropa delante de los hermanitos!, decía él engrosando mi espacio con su pija, ...
... arremetiendo rabioso en mis entrañas, y yo me calentaba como una puta. La leche de Martín se perdía en mis adentros para mezclarse con mis flujos irresponsables cuando yo intenté gritarle que se vaya. Me levanté desnuda y chorreando de todo, cerré la puerta, me vestí rapidísimo para salir. Todo se había descubierto, y mi marido por supuesto que le creería a Mariano si se lo contara. En ese momento mi cerebro interrogaba a mis acciones y mi consciencia me acusaba casi tanto como las actitudes de mi hijo. Valeria me contó mientras la cambiaba que los chicos no le daban bombitas, que Mariano le pegó que Rodrigo le hizo cosquillas y, que como no la dejó ir al baño se meó, y que los dos se le reían. Ella no se dio cuenta de lo mío con Martín. El muy descarado parecía disfrutar con mi agonía, con la incertidumbre que alteraba mi universo al borde del abismo. Esa noche se quedó a dormir tras convenir que yo lo haría en mi pieza y él en el sillón para evitarnos más disgustos. Después de cenar vimos una peli los 5 en el living, y cuando los varones se pusieron a jugar a la play, Vale y yo nos fuimos a la cama. Ella me pidió dormir conmigo porque tenía miedo de quedarse sola en su cuarto. Cerca de las 4 de la madrugada Martín entra en silencio, me destapa y pone en mi mano derecha su pedazo de pija durísima para que lo pajee y, enseguida me lo meta en la boca. Vale y yo estábamos en bombacha, y eso pareció motivarlo, al punto que luego de un par de esfuerzos por llegar a mi ...