1. Sexólogo por un día


    Fecha: 29/08/2019, Categorías: Incesto Autor: alvaromarin, Fuente: CuentoRelatos

    ... recomendar un plan para aquella tarde pues el frio no le permitía emitir sonido diferente al tiritar de sus labios.
    
    Aproveche entonces la oportunidad para decirle que la verdad es que yo vivía a unas pocas cuadras de allí, y que si estaba de acuerdo podríamos ir a mi apartamento y que allí le prestaría una toalla y esperaríamos a que cesara la lluvia para decir que hacer. Ella aceptó mi invitación asintiendo con la cabeza y lanzándome nuevamente una mirada que parecía decirme que se estaba muriendo de frio.
    
    Al llegar al apartamento aun escurría agua por donde se paseaba, el ascensor quedo con un pequeño charco y el pasillo parecía ser el escenario de un caminito en el que se podía saber a qué apartamento había ingresado el ser que escurría agua. Al ingresar, yo le indique donde estaba el baño y le entregue una toalla bastante grande, también le ofrecí una bata de toalla y unas pantuflas de lana para que las usara mientras veíamos que haríamos con su ropa, la que recomendé depositar en una sesta dispuesta para este fin en el baño.
    
    Al poco tiempo ella salió ya con su cabello a medio secar y portando aquella bata blanca y las pantuflas de lana, aprestándome a ser aún más servicial le ofrecí depositar aquella ropa en la lavadora para después ponerla en la máquina de secado, pero con una mano ella interrumpió mi ingreso manifestando que le daba pena porque allí estaba la totalidad de la ropa que llevaba puesta bajo la lluvia. ¡Toda su ropa estaba en aquella cesta!, ...
    ... es decir que debajo de aquella bata estaba su cuerpo completamente desnudo. Sin proponérmelo tan siquiera sentí un estremecimiento tremendo al imaginarme que todas aquellas circunstancias de esa tarde habían trabajado maravillosamente en armonía para permitirme tenerla en el apartamento y ahora completamente desnuda bajo una bata de toalla.
    
    Le sugerí entonces que fuese ella quien pusiera su ropa en la máquina, mientras yo me encargaría de preparar un café.
    
    Serían ya casi las 4:00PM y en la calle la lluvia no cedía, sin embargo, en el apartamento, Sarito y yo nos encontrábamos sentados en el sofá degustando un delicioso café, su temblor había desaparecido entre la bata y una cobija que le había entregado para que se abrigara mejor aquella refugiada que había rescatado de la calle bajo una inclemente tormenta. Todo aquello era ideal, ahí estaba la chica virgen que deseaba con ansias que su novio la hiciera suya, el problema es que su novio no era yo, y aunque habíamos hablado mucho y existía una amistad, no encontraba la forma de romper el hielo que genera una conversación en persona con alguien con quien has hablado tantas veces por medio de una computadora.
    
    Sus manos empuñaban la taza de café como buscando una fuente adicional de calor a la bata y la cobija, le pregunte que si aún tenía frio y me dijo que tan solo un poco, tímidamente le extendí mi mano como lo había hecho en la caseta de autobuses y ella me alcanzo su mano izquierda la cual albergue entre la mía ...
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