1. Mi mujer, el culo de mi suegra y el mío


    Fecha: 23/09/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Werther el Viej, Fuente: CuentoRelatos

    ... respondió Pilar que se había puesto en pie y se encaminaba hacia el dormitorio‒. ¡Hala! ¡Vamos! ‒nos invitó.
    
    La seguimos de buena gana. En un santiamén, nos desnudamos y Pilar tomó la iniciativa azotando cariñosamente las nalgas de mi mujer, mientras le comentaba:
    
    ‒Nena, con un marido con esa polla, debes gozar de enculadas de miedo...Al menos yo, en tu lugar, tendría siempre el culo lleno de leche...
    
    ‒Mi culito también es mi punto flaco. Pero me gusta que me llenen de leche todos mis agujeros ‒explicó Helena.
    
    Pilar soltó una gran carcajada.
    
    ‒¿Los tres a la vez? ‒inquirió.
    
    ‒En ocasiones ‒deslizó mi mujer‒. En alguna fiesta, alguna orgía... ¿Verdad, Alfred?
    
    Hasta el momento, yo prudentemente había asistido a esos comentarios en silencio y acariciándome la polla para que no perdiese consistencia.
    
    ‒A veces... ‒susurré y, de inmediato, elevando la voz solté: ‒Yo solo sé que tenéis dos culos de vicio. Esta tarde me he tirado el de tu mamá y esta noche me tiraré el tuyo.
    
    ‒Bueno ‒concedió Helena‒, pero no ahora... Porque ahora... ‒abrazó a Pilar frotando sus tetas contra las suyas y le dijo al oído: ‒ Ahora te quiero comer ese chichi tan rico y cachondo que tienes...
    
    ‒¡Sí, sí! ‒profirió Pilar, zafándose del abrazo de Helena y subiéndose a la cama de un salto. Se tendió boca arriba con las piernas abiertas de par en par para facilitar el acceso a su chocho.
    
    Helena gateó sobre la cama hasta alcanzar con su boca la vulva de Pilar. Comenzó ...
    ... lamiéndole muy despacio las ingles. Volvió a lamerla, pero casi rozando con la lengua el borde de los grandes labios del coño. A la tercera lamida, le alcanzó el clítoris con la punta de la lengua y mi suegra empezó a gemir. Entonces, le metió la lengua en la vagina y lentamente la fue sacando hasta volver alcanzar el clítoris con la punta. Repitió la maniobra tres veces más, mientras Pilar gemía, jadeaba y proclamaba que se iba a morir de gusto. Finalmente, terminó lamiéndole el coño reiteradamente, con succiones de clítoris.
    
    Yo volvía a tener la polla tiesa y firme. El espectáculo lascivo que ofrecían madre e hija me excitaba terriblemente. Sentía unos deseos irreprimibles de intervenir activamente, pero dudaba de qué manera hacerlo. Dejé de masturbarme porque no quería correrme tan pronto. Finalmente, me decidí por magrear las mullidas mamas de mi suegra y chuparle sus gruesos y turgentes pezones.
    
    Pilar, que se había entregado al placer que le daba Helena, apenas reaccionó. Sólo un leve estremecimiento y un ligero incremento de sus jadeos y bufidos ansiosos. Pero, de pronto, me atrapó la polla y, tirando de ella, me obligó a subir a la cama hasta que me tuvo arrodillado frente a su cara. Entonces, se engulló mi cipote y comenzó a mamarlo despacio. Acompañaba cada chupada con caricias que me hacían gozar sin tregua.
    
    A las pocas chupadas, se me puso la polla muy tensa y muy dura y sentí por todo mi cuerpo un chisporroteo excitante. Pilar mamaba de maravilla como ya había ...
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