1. Dos vergas para mi solita, que no se entere mi novio


    Fecha: 06/10/2019, Categorías: Gays Autor: Dulce Fuego, Fuente: CuentoRelatos

    ... hacía sentir muy cachonda y muy puta, pues mientras cabalgaba la verga de un hombre al que a penas conocía, mi único deseo era sentir su tibia lechita inundándome las entrañas. Yo estaba por alcanzar un orgasmo, cuando dirigí mi vista sobre el asiento en que Andrés disfrutaba de los senoncitos tan ricos que me estaba dando en su verga; y en la casi penumbra del asiento de atrás, vi que estaba el borracho vomitón de mi compañero Gustavo, quien con los ojos enrojecidos por el alcohol me miraba mientras se masturbaba, excitado sin duda por lo que la parejita del asiento de adelante estaba haciendo. Me llevé el índice a los labios, para indicarle que se quedara callado, mientras sentía cómo se desvanecía mi conato de orgasmo. Para mi sorpresa, Gustavo se acercó a donde mi cabeza se asomaba sobre el respaldo del asiento y casi en secreto me dijo que le iba a decir a mi novio que le estaba poniendo el cuerno, luego, detuvo su labor masturbatoria y se guardó la polla en el pantalón, para después amagar con levantarse.
    
    -¡N0! No le digas, por favor, Gustavo, no sabes en qué bronca me metes con mi novio-. Pero él ya no solo amagó, si no que se puso en pie y comenzaba a salir de la fila de asientos, así que lo detuve. -Mira, te puedo dar mil pesos, es todo lo que traigo, pero por favor no le digas-. Andrés notando que algo sucedía, se detuvo debajo de mi e inmediatamente sentí cómo su miembro perdía rigidez dentro de mi vagina.
    
    -¿Y si no quiero tu dinero? ¿Qué vas a hacer, Dulce? ...
    ... Estás bien jodida- Y rió estúpidamente de su chiste.
    
    -No se ¿Qué diablos quieres, pinche Gustavo culero? No le digas, por favor, neta, te doy mil pesos y otros mil cuando lleguemos a la facultad, pero no le digas.
    
    -Bueno, dame mil pesos ahorita, pero dame el dinero de una vez, si no quieres que baje y vaya por tu novio-. Levanté mi pantalón del asiento de al lado y busqué desesperadamente los billetes que tenía en los bolsillos, cuando los encontré se los extendí a Gustavo, quien los tomó y se los guardó en el abrigo. -Así me gusta, buena niña-. Me dijo riendo y sentándose de nuevo en su ligar. Yo sentí un gran alivio y aunque en la mañana no tendría dinero para comprarme algo de desayunar, mi secreto estaba a salvo... O al menos eso esperaba.
    
    Una vez superada la situación del chantajista, quise reanudar la rica cogida que me estaba dando Andrés, pero su pene ahora estaba flácido recostado sobre uno de sus muslos. Tomé esa verga dormida con mi mano y comencé a frotarla en mis labios vaginales mientras le ofrecía mis tetas a la boca de Andrés para que terminara de animarse de nuevo. Luego de un rato, la dureza de la deliciosa verga de ese muchacho guapo, fue suficiente para entrar en mi cavidad, y una vez ahí, mi abundante flujo y los movimientos lentos con los que subía y bajaba mi cadera para ensartarme con cuidado de mantener su verga dentro de mi, terminaron de endurecer de nuevo el miembro de Andrés.
    
    Gustavo había aceptado no decir nada, pero en ningún lado de ...
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