Yegua domada (2)
Fecha: 16/10/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anabella, Fuente: CuentoRelatos
... movieron.
Denise estuvo un rato golpeándome con sus puñitos al costado de las piernas, sin éxito; tengo muchísima fuerza en las caderas, producto del ejercicio y el tenis. Le refregué bien el culo sobre los ojos, la naricita respingona y los labios, sintiéndome cada vez más cómodo y poderoso. Al final se calmó, emitiendo sonidos guturales que se perdían en mi trasero. Había dejado de golpearme y había empezado a acariciarme.
-Lamémelo –le ordené.
De inmediato empezó a lamerme con suavidad; a los pocos segundos me tiré un pedo estruendoso, y recién entonces sollozó un poco. No fue el último; yo había tomado un par de cervezas, así que estuvo un rato eliminado unos gases que me molestaban sobre la cara más hermosa de la reunión.
Ya saciado, me paré y me subí el pantalón. Denise salió corriendo para el baño, sin decir nada. María y Leticia se reían, sin creer todavía lo que había ocurrido. Mamá se descubrió la cara y me miró, acaso pensando que había creado un monstruo.
Denise se fue sin decir nada. Al día siguiente me llamó para aceptar.
Nuestro segundo encuentro fue tan conflictivo como el primero. Las había citado para el sábado a la tarde, y mamá se había encargado de organizar una especie de merienda. Leticia, la cuarentona de tetas suculentas, llegó antes que todas, saludó a mamá, me dio un beso en los labios y se quedó parada mirándome. La costumbre y la preparación de puta la llevaban a respetar espontáneamente alfiolo. Últimamente yo ya no dudaba en ...
... el trato con las mujeres, y me dejaba llevar por mi primer impulso. Supongo que eso me ayudó a superar los últimos traumas que me quedaban. Así, que, de buenas a primeras, le dije:
-Sentate a upa, Leticia.
Ella le dedicó una rápida mirada mamá, que estaba trayendo unas masas, y enseguida se sentó en mi falda, poniéndome el brazo sobre el hombro. Le pregunté:
-¿Cuándo trabajabas, los clientes te pedían que les chupes las pijas seguido?
-Sí… Todo el tiempo –me dijo ella.
-¿Y les pasabas esas tetas por las bolas?
Dudó un momento.
-A veces… -me respondió.
-A ver, sacalas que las quiero ver bien.
Giré la cabeza y encendí un cigarrillo; sabía que ella estaba nerviosa y me sentí poderoso. Cuando volví a mirarla, aún estaba paveando, así que le dije:
-¿Qué mierda te pasa, idiota?
-Nada, papi, es que…
Le tiré del pelo hacia atrás y le rasgué la blusa. Tenía puesto un corpiñito negro que parecía que iba a reventar ante la presión. Ella la miró a mamá, para ver lo que hacía, pero mamá volvió rapidito a la cocina. Por un rato no supo qué decir, hasta que balbució:
-Me duele, por favor, me estás tirando muy fuerte…
Se lo tiré más con más fuerza y firmeza.
-¿Qué dijiste? –le pregunté.
-Que… Que me duele…
-¿Y yo qué te mandé, puta? –le dije con naturalidad.
Sin decir nada, se bajó el corpiño como pudo y dejó ver esas verdaderas maravillas naturales que tenía. Eran redondas y sólidas, con un par de pezones grandes, oscuros. La solté del ...