Tatiana Cap I. Juegos Lujuriosos
Fecha: 20/10/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... los pechos―. Tatiana se los tomó para invitar a su vecina a contemplarlos, como si no hubiera advertido las intensas miradas de reojo que Marta les dirigía. Estaban tan llenos de leche que parecían a punto de estallar. La piel blanca, increíblemente tersa, hacía resaltar los pezones erectos. Marta tragó saliva, pero se recompuso al instante. ―Están enormes ―reconoció. ―El problema es que me duelen mucho, señora Marta— siguió Tatiana, angustiada—. Pedro me compró un extractor de leche, y lo tengo por ahí, pero no sé cómo se usa. Era la oportunidad que Marta estaba esperando. En un par de segundos fraguó un plan para satisfacer el deseo morboso que la acosaba hacía tanto tiempo. ―Esos artefactos no funcionan, mi linda―dijo, dándoselas de entendida en el tema ―. Y si tu marido te lo compró es porque no puede ayudarte―. La interrogante mirada de Tatiana la alentó a continuar―. Los pechos te duelen porque están llenos de leche, ¿no es cierto? Pues bien, para aliviar el dolor tienes que extraerla. Así de simple. El aparatito que te trajo Pedro no sirve, sobre todo con pechos tan productivos como los tuyos. La solución es que amamantes. ―Pero no puedo obligar a mi bebé a tomar más de lo que quiere ―replicó Tatiana. ―Por supuesto. Lo que necesitas es encontrar a alguien que pueda extraer lo que no consume tu niño. Tatiana abrió los ojos sorprendida. ―Pero… ¿quién me prestaría otro bebé para que hiciera eso? ―preguntó dudosa. “Es definitivamente bruta”, pensó Marta, pero contestó: ...
... ―No se trata de eso, mi amor. Para la cantidad de leche que se necesita sacar de tus senos, hay que recurrir a un adulto. ―Pero… no entiendo, señora Marta… ¿Me está tomando el pelo? ―¿De dónde sacas eso, niña? Con los problemas de salud no se juega ―replicó Marta, adoptando un tono dignamente profesional―. Pero tampoco es nada del otro mundo ―. Y sobre la marcha improvisó una mentira que le pareció perfecta para embaucar a su ingenua interlocutora―. Hace unos tres años ayudamos en este condominio a la vecina de la casa 47, que tenía el mismo problema. Por supuesto, fue un asunto muy delicado; ni siquiera su marido se enteró de que había recibido esa ayuda. Si te lo cuento a ti es porque estás en un caso muy parecido, y porque además te tengo mucho cariño y confianza. Pero ni se te vaya a ocurrir mencionarle nada a esa vecina, porque acordamos que sería un absoluto secreto. ―Le prometo que no le diré una sola palabra. ¿Y quiénes la ayudaron? Marta sabía que se venía esa pregunta y en su cabeza aún no decidía como la iba a responder. Había dos situaciones que le mataban de morbo: primero, ansiaba tocar los pechos de Tatiana, eran enormes, bellos y sus pezones se apreciaban duros y sabrosos; segundo, le provocaba estertores de placer imaginar a Benito usar el cuerpo de la inocente joven. Pensó rápidamente en los pros y en los contra. Si le decía que había sido solo ella, su amiga y mentora, su vecina podría sentirse en confianza para dejarla tocar, saborear y extraer su elixir ...