La historia de Claudia (8)
Fecha: 21/12/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... hacia atrás la cabeza. Inés la aferró por la nunca y le dijo acercándole otra vez la cara:
-Mmmmhhh... no estuviste nada bien, cariño... A mamita no se la rechaza ¿sabés?...
Claudia sintió el perfume que exhalaba Inés, sus ojos se posaron en esos labios húmedos y llenos, rosados y carentes de rouge, y dijo:
-Perdón, señora, no volverá a suceder.
-Así lo espero, porque si volvés a ofenderme vas a saber quién es mamita. –le advirtió Inés. –Tu dueña me autorizó a emplear el método que yo crea adecuado para doblegarte si te me retobás. ¿Lo sabías?
-Sí, señora.
-Bueno, entonces ya sabés lo que te conviene. –y la besó en la boca sin que la joven esta vez opusiera la menor resistencia. Prolongó el beso con su lengua contra la lengua de Claudia, la puso de espaldas sobre el apoyabrazos del sofá y se le echó encima. La joven se dejó envolver por ese placer nuevo que le proporcionaba la boca de Inés en su boca, donde parecía haberse concentrado exacerbada al límite toda su sensibilidad de mujer. Inmediatamente se encontró correspondiendo las caricias de Inés, que le había subido la falda hasta la cintura y estaba deslizándole la bombacha muslos abajo. Estuvieron besándose y acariciándose afiebradas durante un rato hasta que Inés se puso de pie sofocada por la excitación, la tomó de un brazo y se la llevó al dormitorio.
-Desnudate y esperame en la cama. –le dijo, y salió de la habitación. Cuando volvió Claudia yacía desnuda y respiraba con fuerza. Inés, que traía ...
... una caja de regular tamaño, se sentó en el borde de la cama, la envolvió en una mirada ardiente y le dijo:
-Sos la hembra más apetecible que he tenido jamás.
-Gracias, señora. –contestó Claudia y entonces Inés abrió la caja. Había en ella varios dildos y vibradores de todo tipo y tamaño, incluido un arnés similar al que poseía Blanca. Inés dejó la caja sobre la alfombra, junto a la cama, y se tendió junto a Claudia.
-Blanca me comentó que goza mucho tomándote por el culito, porque lo tenés muy cerrado. –dijo.
-Es verdad, señora. –contestó Claudia enrojeciendo. –Nunca nadie me había poseído por ahí.
Inés sonrió, se puso de pie, apagó la luz principal, encendió otra lámpara y dejó a la habitación sumida en una sugerente penumbra que no le impedía apreciar la belleza de esa hembra a su disposición.
Fueron cuatro horas ardorosas. Inés la fue haciendo adoptar distintas posiciones, arriba y abajo, en cuatro patas sobre la cama, echada de espaldas y con las piernas abiertas y estiradas hacia arriba, de costado, de rodillas con las piernas bien separadas y la cara y las manos sobre el cobertor, le metió en sus agujeros todos los dildos, la penetró por el culo con el arnés, la tuvo entre gemidos, jadeos, gritos, llantos y súplicas en un enredo y desenredo de brazos y piernas, cubiertas ambas de sudor caliente, buscándose ansiosamente las bocas, horadándose una a la otra con sus lenguas ávidas, con sus dedos, explotando una y otra vez en el orgasmo y siempre anhelando ...