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El Maestro “su putita”. Un encuentro virtual que excedió los límites
Fecha: 02/01/2020, Categorías: Gays Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos
... contacto de nuestros cuerpos, una deliciosa caricia la piel de uno frotando la del otro. Nos besamos, profundo intercambio de caricias y saliva. Dejé sus labios para besar sus pechos, chupar esos pezones, solo gemía y atraía mi cabeza hacia ella, luego su mano se metió en mi calzoncillo, entro y tomó el pene, lo acaricia, estudia su tamaño y consistencia, aprecia su dureza, mientras mi mano entra en su bombachita, dos dedos indiscretos se introducen en su sexo para robar la humedad que brota desde lo profundo de su calentura. Seguí acariciando su intimidad, gemía, en el trance de una creciente excitación, movimiento intenso y profundo, incluyendo al clítoris, se apretó contra mí, devino una intensa contracción y un profundo suspiro. -¡Ah!, ¡Ahhhhh! ¡Siii! -me besó en la boca. Ahogaba ese grito de amor. Observaba esa transformación, maravillas del amor, hace poco menos de una hora me había extasiado viendo esa cara llenad de formalidad y ahora era la antítesis de esa mujer, la mirada poseída por la lujuria, se acerca a mi gateando sobre el lecho, movimiento sinuoso como gata en celo, se deshace del bóxer con sus dientes, toma mi pene, agarra entre sus manos, me observa, se mira en mis ojos, sin dejar de observarme, comienza a mamar la verga. Sus gestos hablan del gusto que le produce hacerme gozar, sabe masajearlo, y chupar, lento, despacio, rápido, violento, varía tiempos e intensidad, no pude precisar cuánto, estimo no menos de un cuarto de hora estuve alojado ...
... en su cálida boca. No necesité decir nada, ella parecía saberlo todo, podía leer el leguaje sexual, mirarme con intensidad infinita, mirada espesa y comprensiva, sabía lo que deseaba y estaba dispuesta a darme ese regalo, sus manos supieron del temblor que precede a la erupción, sin alterarse ni contraerse, con toda naturalidad, se dejó estar, acompañó las variaciones de ritmo que provocaba el movimiento pélvico en su boca. Se dejó, espera el final feliz, la primera erupción de lava ardiente, un destello en sus ojos dijo gracias, dos, tres, hasta que el volcán dejó de latir y derramar la energía vital de la pija. Sus ojos decían lo que no podían sus labios, prolongaba el placer, sentía y comprendía los latidos de la carne volviendo al relax, apreciaba ese momento que el hombre se guarda para sí, quería compartir ese momento conmigo. Nos miramos, nos entendíamos como de habernos conocido toda una vida. Me salí de ella, seguía arrobado por la expresión de sus ojos, limpio el semen del borde del labio, el rouge solo un vago recuerdo de otro tiempo, pero aún faltaba una caricia a mi ego de macho poderoso, mostrarme el movimiento de la glotis al dejar pasar dentro de sí la esencia de mi masculinidad, degusto el licor de hombre como el mejor y más delicioso elíxir. Desperté del letargo de tan intenso ajetreo, ella seguía en plácido reposo, fui al baño para tomar una reparadora ducha, debí estar no menos de seis minutos cuando la escucho decir en remedo de una voz de ...