-
El Maestro “su putita”. Un encuentro virtual que excedió los límites
Fecha: 02/01/2020, Categorías: Gays Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos
... niña: - ¡Papi!, ¡no invitaste a “tu putita” a la ducha con vos!, ¡qué malo eres! -me asomé y la invité con un gesto. Ingresamos al hidromasaje, jugando con el agua, riendo como dos niños. En medio del juego de enjabonarnos, como no podía ser menos, el miembro retomó protagonismo, se hizo notar, tan pronto lo notó comenzó una caricia bucal, ¡qué bien lo hace!, luego se levanta, arquea la cadera y se pega a la pared, apoyando las palmas. Quiere “de parado” algo salvaje… Los abundantes jugos, vaginales hacen todo fácil, solo necesité aproximarme y colocarla en la puertita, tomarlas de las ingles y en un movimiento combinado nos acoplamos, en un solo envión entré todo en ella. Estaba preparada para una penetración intensa, el movimiento se torna por convulsivo, sacudimos con el apremio del deseo. Como el piso se pone resbaladizo, sin despegarnos nos trasladamos hasta que ella queda con las manos sujetarse de la agarradera, la curva pronunciada de su cadera ofrece un nuevo ángulo de erotismo, una nueva posición de ataque a su deseo. Nuevamente esa vibración de su cuerpo se transmite en ligeros latidos vaginales, suaves al comienzo, bien nítidos en la continuidad, el gemido profundo avisa que llega a su primer orgasmo con el pene como artífice, no le aflojo al movimiento y deviene un segundo round en la intimidad de la hembra. La humedad del piso y el cansancio de la posición ponen en peligro la estabilidad de los danzarines lujuriosos, es prudente dejar ese ...
... escenario y continuarla en el tálamo del amor. Ella va delante de mí, camina con cadencia y gracia, la misma que pone cuando danza, promesa de nuevos placeres, llega, se deja caer de bruces sobre el lecho, eleva un poco los glúteos, adoptó esa posición como leyendo mi mente, le acerco una almohada, acomoda debajo de su vientre, le permite estarse elevada con menor esfuerzo. Entré en ella, se sacudió toda, la impulsé hacia arriba, algo brusco o la intensidad de la penetración desplazó su cuerpo en la cama, totalmente acoplados, enterrado en sus entrañas hasta donde lo permiten los límites de su anatomía. De ahí en más todo fue ritmo y movimiento continuo, entrar, salir, empujar, retroceder. Se deja llevar en mi pasión por la salvaje intrusión, se agarra a las sábanas, siente como se abre su sexo, sabe cómo aprisionarme, hacerme sentir sus músculos en el ejercicio de ser mujer activa. Su sexo me aprieta en la entrada y cede en la salida, el delicioso proceso del goce tiene un límite, el nuestro también. Se muestra dispuesta a llegar a la estación del éxtasis, espera el tren arrollador que se desliza por el túnel de su sexo, la maquinaria del amor está presta a arribar a la estación en el tiempo convenido. Un solo gemido, exageradamente gritado, festejó el arribo triunfal, la bienvenida de ella fue apoteósico, el espeso semen licor para en brindis en tan magno suceso. Nos quedamos, quietos, muy quietos. Me dejé derrumbar de costado, a su lado, así en silencio, en cucharita, ...