Riberas del Donetz
Fecha: 06/01/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... había visto surgir el fogonazo del disparo cartucho tras cartucho; uno, dos, tres, cuatro, cinco… Recargó el arma con otros cinco cartuchos y siguió disparando sin tregua, seis, siete, ocho… Stella Antonovna vio cómo la tierra saltaba a su alrededor, sintió cómo los proyectiles silbaban junto a ella, cómo un diluvio de fuego se le cernía encima y creyó lo más oportuno sustraerse de momento a aquello. Reptó hacia atrás hasta hundirse en el vado que separaba el islote/península de la tierra firme de la orilla y al caer sobre la arena de la orilla se dispuso a tomar allí una nueva posición desde la que dispararle a “él”. Se tumbó boca abajo cuan larga era y le vio nítidamente ante ella, de pie junto a la orilla disparando sin tregua al tiempo que a sus oídos llegaban en las alas de la suave brisa nocturna los gritos e insultos de su “enemigo íntimo”
·¡Ramera! ¡Maldita zorra, carroña de Satanás! ¡Te mataré, juro por Dios que te mataré, zorra asesina!
Nueve, diez cartuchos; vuelta a recargar y vuelta a disparar. Once, doce cartuchos… Hesslich se había metido en el agua mosquetón en ristre… trece, catorce cartuchos… Stella Antonovna apuntó con calma, y con más calma aún fue presionando suave pero firmemente el gatillo hasta llevarle al punto de disparo. Y con toda calma siguió apretando sobre el gatillo hasta que el disparo resonó entre aquella barahúnda de explosiones, gritos y olor a pólvora. Pero entonces el Destino, que es caprichoso, decidió jugar a favor de Peter ...
... Hesslich en la forma de una oportuna bengala que iluminó el cielo en el mismo instante en que el proyectil enfilaba la bocacha del Moisin Nagant que Stella Antonovna empuñaba con lo que la fusilera se desconcertó y el desconcierto derivó en que el cañón del arma se desviara algún centímetro hacia arriba de modo que el proyectil silbó inofensivo sobre la cabeza de Peter Hesslich que al momento se zambulló en el agua.
Y allí acabó todo por aquella noche, pues la bengala la había lanzado el grupo de soldados de la unidad de zapadores que acampaba junto a la IVª compañía del teniente Bauer, los cuales iniciaron un fuego graneado sobre Stella Antonovna; pero también en este caso la diosa Fortuna quiso ser benigna con la joven fusilera soviética haciendo que la primera granizada de fuego y plomo errara su objetivo, si bien por centímetros, pero respetando el cuerpo de Stella por esos centímetros al menos. Y luego, cuando el propio Peter Hesslich ganó al fin la orilla alemana y mojado hasta los huesos arrebató el arma a uno de los zapadores intentando hacer puntería sobre la “Draculea”, la “Hija del Diablo”, era ya tarde pues Stella Antonovna, cono movida por un resorte, había rodado sobre sí misma alejándose del espacio iluminado hasta ponerse a cubierto de luces y miradas cuando alcanzó el abrigo de las casas y granjas medio quemadas y por entero arruinadas de la aldea.
Así concluía la noche para Stella Antonovna, con un resultado que si no era brillante pues “Él” se le había ...