Riberas del Donetz
Fecha: 06/01/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... lejana a la suya. Y cuando amanecía cayó la última víctima, al menos de momento: Un segundo teniente que, caballero en motocicleta, se dirigía a la Plana de su compañía. Once bajas en sólo ese día… ¿Quién daba más?...
Casi al tiempo que esa última víctima del intruso fascista caía abatida, en el alojamiento que la Baida y el teniente Ugarov compartían, éste trataba de consolar a su pareja, enteramente abatida desde que conociera la noticia de las muertes soviéticas más allá del sector confiado a su Compañía.
·Ahora ya no va contra nosotros. Va por ahí como lobo hambriento, atacando a cuantos encuentra a su paso
·Sí, pero ha partido de aquí. Ha pasado ante nuestras narices y no hemos sido capaces de enterarnos ni de por dónde ha pasado; no hemos sido capaces de detenerle y aniquilarle. Esto me está haciendo polvo. ¿Sabes lo que me ha dicho el jefe del Batallón? ¡Que debo ocuparme más del enemigo y menos del sujetador! ¡Eso me ha dicho, sí, eso me ha dicho! ¿Cómo puedo “tragar” tanta humillación? ¿Somos todavía una Unidad selecta? Se ríen ya de nosotras por todas partes; se hacen chistes a costa nuestra… Escucha, escucha… “Radio Ereván pregunta: ¿Son buenas las mujeres en el combate cuerpo a cuerpo? Respuesta: Eso depende del adversario masculino” Ah, Víctor querido, si esto sigue así tendré que quitarme la vida…
Antes del mediodía, en un bosquecillo a espaldas de la Compañía Baida y no demasiado distante de sus atrincheramientos, un soldado de un Grupo Pesado de ...
... Lanza Minas (morteros de más de 200 mm.) cayó de un disparo en la frente. Otro soldado no lejos de él vio cómo el matador se escurría después entre la maleza como si fuera un gato. El soldado superviviente al hecho, temblando de pies a cabeza, sin explicarse bien todavía cómo él escapó a la suerte de su camarada, dio una valiosa información: El atacante cubría su cabeza con un gorro gris de punto. Era pues, el “Demonio del Gorro Gris”
Cuando la capitán Soia Valentinovna Baida supo esta información ordenó que las mejores fusileras, y sobre todo Stella Antonovna, salieran de inmediato en todas direcciones en busca del intruso: El “Diablo del Gorro Gris” era de ellas y sólo ellas debían matarle.
Cuando anochecía partieron todas las convocadas. En general iban en grupos de cuatro o cinco chicas excepto Stella Antonovna; ella era una combatiente solitaria que prefería su propio estilo de lucha individualista que la cooperación con otras camaradas. Antes de partir cada cual por su lado, patrullas de cuatro o cinco camaradas por una parte, Stella Antonovna por otra, ésta pidió a sus compañeras
·Si le veis no le matéis; heridle sólo
Fue Marianka Stepanovna quien contestó
·Y eso… ¿Por qué?
·Quiero verle; verle morir. No debe morir de un disparo; debe saber que muere, sentir que muere poco a poco, lenta, refinadamente…
Stella dio la espalda a sus compañeras alejándose de ellas seguidamente y más de una de ellas sintió cómo un escalofrío corría su espalda… ¡Cuánto ...