1. Riberas del Donetz


    Fecha: 06/01/2020, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... ser reparador pues constantemente era interrumpido por ignotas pesadillas que una vez despierto no dejaban huella en la memoria, o ruidos del bosque, ruidos normales, las más de las veces sobradamente conocidos, pero que esa noche de tremenda tensión y ansiedad le causaban hasta pavor al diferenciarlos su cerebro. Pero lo que ninguno de ellos dos sabían, Peter Hesslich y Stella Antonovna, es que esa noche en la que ambos dormían a medias, bajo semejantes tensiones y miedos, apenas si unos doscientos metros mediaban entre los dos.
    
    Transcurrieron dos días más durante los cuales los dos, Stella Antonovna y Peter Hesslich, Peter Hesslich y Stella Antonovna, se acecharon mutuamente pero sin verse, sin encontrarse. Se buscaron con verdadero ahínco mas sin ningún éxito. Parece mentira lo inmensamente grande que a veces puede parecer un casi ínfimo bosquecillo. Allí estaban, ellos dos solos, sin más compañía que los animales del bosque, mamíferos y aves y el límpido soplar del viento, pues las visitas humanas se prohibieron por toda la zona, esa que a diario venía costando al Ejército Rojo cadáver tras cadáver. De manera que para Stella Antonovna parecía que la tierra se había tragado al “Diablo del Gorro Gris” y Peter Hesslich creía que la “Hija del Diablo” había salido del universo mundo.
    
    Fue Peter Hesslich quien primero empezó a desconfiar de su intuición de cazador que le decía que “Ella” estaba allí, tras su pista. Empezó a considerar que la astuta fémina no se hubiera ...
    ... “tragado” el anzuelo del rastro de muerte que tras de sí dejara y anduviere por otro lugar, esperándole, lugar que sólo podía ser uno: La zona de los atrincheramientos de la Compañía y, particularmente, la aldea destruida situada en el camino entre los atrincheramientos y el río. Casi seguro que sería allí donde la diabólica mujer le esperaría, apoyada en toda una trampa tendida y en la que él muy posiblemente caería: Toda una línea de avezadas fusileras constituidas en celosas centinelas dispuestas a localizarle tan pronto hiciera él aparición por aquella zona. Bien, pues tendrían que en verdad localizarle primero y después darle “caza”, cosas ante las que él también opondría su propia astucia y sentido del enemigo.
    
    Empezaba a oscurecer tras el crepúsculo que acababa con la tarde de ese segundo día tras las últimas “piezas” cobradas cuando Peter Hesslich iniciaba el desalojo del bosquecillo. En la cabeza el imprescindible gorro cubriéndole la frente para evitar resplandores en la noche, rostro y manos embadurnadas en oscuro barro con la misma finalidad, evitar el reverbero de la luz lunar sobre la claridad de rostro y manos, y el fusil dispuesto sobre los brazos, Hesslich reptaba sobre el suelo dirigiéndose así hacia el lindero del bosque, internarse en el abierto terreno ondulado que se extendía hasta las líneas atrincheradas de la Compañía Baida y desde allí ganar la orilla del Donetz para regresar a sus propias líneas. A punto de salir del bosquecillo se encontró con una ...