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Las desventuras de Elena (4)
Fecha: 07/01/2020, Categorías: Intercambios Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... terrible, pichona? -Ser... ser sometida por ese viejo asqueroso... –se sinceró la esclavita. -¡Ay, ay, ay, Agustina! ¡qué lenguaje tan insolente para referirte a tu Amo! –y se puso de pie ante la jovencita, en actitud severa. La pobre chica, al advertir la imprudencia que había cometido, se arrodilló con las manos unidas en gesto de súplica: -No, Ama Julia... perdón... perdóneme, se lo ruego... no le cuente a la señorita Wanda... ¡se lo suplico! –dijo a punto de prorrumpir en sollozos. Julia se conmovió, no con un sentimiento de piedad sino por la excitación que la actitud de la bella esclavita le provocaba. -Por esta vez pase, Agustina, pero no vuelvas a insolentarte de semejante manera, ¿entendido? –amenazó Julia disfrutando intensamente de su poder sobre la hembrita. -¡Gracias, Ama Julia! ¡Gracias! ¡Le juro que jamás volverá a suceder! –se exaltó la esclavita conteniendo a duras penas las lágrimas que pugnaban por brotar de sus bellos ojos. -Bueno, ahora calmate, quedate así, arrodillada, poné las manos en la nuca, agachá la cabeza y contame lo que te hace tu dueño. –le ordenó Julia sentándose en el borde del camastro. -Viene dos o tres veces por semana, a la noche. Para saludarme me besa en la boca y ahí empieza mi calvario... Me manosea por todas partes, me hace arrodillar y me mete los dedos en la boca, me dice asquerosidades... -¿Qué edad tiene? –preguntó Julia muy interesada en el relato. -No sé, unos 70, supongo. -Seguí. -Y ...
... bueno, me tiene así un rato y después tengo que desvestirlo... -Mmhh, muy bien, ¿y entonces? -Cuando termino de sacarle toda la ropa se acuesta de espaldas en el camastro y yo tengo que ponerme entre sus piernas y conseguir que... que se le pare... Me cuesta mucho... tengo que usar las manos, la... la boca... es horrible... y bueno, al final cuando consigo ponerlo en condiciones él me... me somete... lo único bueno es que tiene eyaculación precoz y termina enseguida... -¿Te coge por la concha o por el culo? –preguntó Julia empleando un lenguaje deliberadamente guarro que hizo enrojecer de vergüenza a la esclavita. -Por los dos lados... a veces por adelante, a veces por atrás, depende... La jovencita hablaba en un tono apenas audible que a Julia le resultaba muy excitante. -¿Eras virgen cuando fuiste traída aquí? -Sí... él me desvirgó acá... -Bueno, voy a contarte algo. –le dijo. –Tu dueño me autorizó a usarte, así que te voy a llevar a mi casa durante dos días. ¿Alguna vez estuviste con una mujer? -No, Ama Julia, nunca... -Mmmmhhhh, qué bien, voy a tener entonces el gusto de iniciarte en el sexo lésbico. Además durante esos dos días vas a ser mi sirvienta. Agustina tragó saliva y contestó: -Lo que usted diga, Ama Julia. ¿Puedo... puedo rogarle algo? Julia la autorizó, cada vez más excitada, y la esclavita dijo entonces: -Lo que le ruego es que... que no me castigue, que no me... que no maltrate... -Eso va a depender de vos, pichona, de ...