1. Noche de pasión en Lisboa (VII): Amália recibe un anillo


    Fecha: 17/09/2017, Categorías: Gays Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos

    ... dice:
    
    - La próxima vez, aprenda a esconderse mejor. Desde aquí se controla todo el patio a través de la ventana. Mi marido no se dio cuenta, pero cuando me levanté yo le vi inmediatamente.
    
    - Lo siento Marta, me encontré la casa cerrada y quise ver si estaban usted o Paulinha a través de la ventana, cuando vi a un hombre desconocido, sólo y con la casa cerrada. Lo estaba vigilando a ver que ocurría. Cuando comprendí lo que estaba pasando, y que usted no corría peligro, me fui inmediatamente y les dejé en la intimidad. Lo que vi fue totalmente accidental. Créame.
    
    - Lo sé, vi su sombra en la pared cuando se alejaba. Sabía que no se iba a quedar mirando, por eso continué con lo que estábamos. Y no me equivoqué con usted. Cuando volvió no hizo ningún comentario, y no le ha dicho nada a la tía Amália. Ha guardado el secreto. Gracias.
    
    Levantó la cabeza hacia mí y me estampó un beso en la boca, al tiempo que me decía:
    
    - No se equivoque. Esto es porque es usted un “hombre”. Y no se volverá a repetir. Ahora… ¿quiere desayunar?
    
    - Sí, Marta, muchas gracias. ¿Podría servirme el desayuno en la terraza?
    
    - Claro que sí. Váyase a la mesa que ahora se lo llevo.
    
    Sentado en la mesa, observo como Marta viene hacia mí con el servicio del desayuno. Trae puesta “la sonrisa”. Yo he cumplido como varón esta noche, pero a ella le han arrugado a gusto las sábanas debajo de la espalda, y se le nota en la cara. Lo cierto es que es una mujer muy guapa y me alegro de su ...
    ... felicidad.
    
    Cuando termina de ponerme el desayuno me pregunta:
    
    - Una última pregunta, Dom Alfredo ¿Lo que vio ayer, le gustó?
    
    - Mucho, Marta. Mucho. Puede creerme. Es usted una mujer muy apetecible.
    
    - Gracias.
    
    Y se fue a la cocina a continuar con sus cosas. No volvimos a comentar nunca más el incidente.
    
    Al terminar mi desayuno y fumarme un cigarrillo, viendo que Amália no había bajado todavía, me dirijo a mi habitación para ofrecerle mi ayuda en lo que esté haciendo. Casi llegando a la escalera, veo que la bola de pelo con pretensiones de perro de Paulinha, entra y sale correteando por la puerta del salón y la escucho rezongar enfadada. Me acerco y me quedo apoyado en el montante de la puerta, en silencio, sonriendo ante lo tengo delante de mis ojos.
    
    Paulinha, con la cabeza medio metida debajo de un mueble y con un brazo estirado, está tratando de agarrar algo. Tiene todo el pecho pegado al suelo y las rodillas totalmente separadas, con las piernas arrodilladas y el culo en pompa. Va cubierta con una falda a medio muslo de algún tejido muy elástico. La falda está completamente tirante por la postura. Y le oigo que refunfuña:
    
    - Bolacha (Galleta) estúpido. Por tu culpa nos van a echar a los dos de la quinta. Sabes que no puedes entrar en la casa a jugar con la pelota. La tía Amália me va a reñir. Y como me riñan a mí, le voy a decir a Marta que no te guarde huesos.
    
    El perrito, al oír su nombre, se acerca por detrás jugando y empuja con el hocico el borde inferior ...
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