De palos y astillas
Fecha: 25/01/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... compartiríamos piscina con nadie.
Cenamos y a la cama, pues yo estaba planchado. Olga en una habitación de la planta baja, nosotros en la de matrimonio del primer piso. Había una tercera que dejamos desocupada. Pero antes de acostarnos, le mostré a mi novia mis orgullosos atributos, llevo todo el día así de contento sólo por tenerte al lado, a lo que respondió abalanzándose sobre mi enhiesto miembro con ganas, tal como yo preveía.
Aunque ella me pidió moderarnos un par de veces, pues Olga podía oírnos, me la follé con ansia, sobre todo cuando la puse a cuatro patas para correrme por segunda vez. Ella se había corrido cabalgándome a horcajadas poco después de que yo lo hiciera primero.
Inés adora la playa, así que a la mañana siguiente, en cuanto desayunamos, bajamos. Me había avisado de que haría top-less, pues le gustaba el contacto del sol en la piel y no tener marcas en los pechos, pero había dejado de hacerlo en Barcelona un día que se encontró con un compañero de trabajo en la Mar Bella y había pasado un corte bestial. El camionero, en cambio, se había puesto las botas.
La sorpresa vino cuando Olga también se despojó de la parte superior del bikini. ¡Madre de Dios! Inés no le dijo nada, yo tampoco, claro, pero tuve que controlarme toda la mañana hasta que me acostumbré al vaivén de aquel cuarteto. La chica, por su parte, no dejó de retarme en ningún momento, dejando escapar aquella sonrisa de suficiencia cada vez que me pillaba mirándola de reojo, pero ante ...
... cualquier provocación, guiño o gesto sutil aunque incendiario, yo respondía acariciando a su madre para demostrarle en quién estaba interesado.
Los cuatro primeros días siguieron un patrón parecido. Buscábamos una cala distinta donde bañarnos y tomar el sol, comíamos en la propia playa si había posibilidad, fuera un restaurante, fuera un chiringuito más sencillo, vuelta a la casa para descansar y bañarnos en la piscina, cena en algún restaurante de la zona, paseo y a la cama, donde daba buena cuenta del calentón que me provocaba la jornada.
Olga mantenía el juego pero parecía que se estaba dando por vencida, pues más allá de miradas lascivas y coqueteos semi-inocentes, no logró de mí ninguna respuesta, ni siquiera en una ocasión que me pidió que le pusiera crema en la espalda. Invitación que rechacé.
Pero el quinto día todo se vino abajo. Inés había pasado mala noche pues parecía haberle sentado mal la cena, así que optamos por quedarnos en el chalet descansando. Insistió en que Olga y yo nos fuéramos para no desaprovechar el día, pero le contesté que estando a su lado no desaprovechaba nada. Te quiero, amor, fue su respuesta acariciándome la cara. Era la primera vez que nos lo decíamos en 6 meses de relación.
A media mañana apareció la joven en la piscina. Me ha dicho mamá que nos quedaremos aquí hoy. Asentí, no se encuentra bien y prefiero no dejarla sola. ¡Qué atento eres! Preferí no hacer caso de la pulla. Era la primera que me soltaba en casi una semana, así ...