1. De palos y astillas


    Fecha: 25/01/2020, Categorías: Incesto Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... que hice oídos sordos. Pero al poco, siguió percutiendo.
    
    -¿Sabes?, tienes razón en que parecéis muy enamorados. –Levanté una ceja, mirándola de reojo. Divisé brumas en el horizonte, pero no preví la tormenta. –Lo digo en serio, creo que no la había visto tan contenta con ninguno de sus novios anteriores. Además, pareces bueno en la cama. La tienes bien follada por lo que he podido escuchar. A una mujer se le nota en la cara. Cuando vamos bien folladas, me refiero.
    
    Volví la vista al libro. Me convenía respirar hondo, tomar distancia, oír sin escuchar, así que no respondí nada. Ni siquiera un sonido de asentimiento. Pero ella no pensaba parar. Desprendiéndose de la parte superior del bikini, continuó:
    
    -¿Qué le haces especial? Podrías enseñarme algún juego nuevo, porque últimamente soy yo la que va bastante mal follada. –Ahora sí la miré. Sonrió, satisfecha, abriendo las piernas impúdicamente. –Aunque por lo que sé, vosotros tampoco os podéis quejar. Según parece la chupa de vicio. Algún novio me ha llegado a confirmar que es un auténtico zorrón. –Basta, Olga. -¿Por qué? Una tiene que saber de dónde ha heredado sus habilidades. Pudiste ver de primera mano que también soy una reina de las mamadas. No, soy la princesa, la reina es mi madre –agregó con una carcajada como si acabara de soltar el chiste del siglo. Iba a repetirle que ya estaba bien, cuando sentenció: -Ya sé qué podemos hacer. Tú serás el jurado. Te hago una mamada y comparándola con las que te hace mi ...
    ... madre, decides quién es la reina.
    
    Me levanté. Indignado le repetí que no quería jugar a ese juego con ella, que podía hacerle mucho daño a su madre y que no comprendía qué estaba buscando, qué pretendía.
    
    -Ya te lo dije. Demostrarte que todos sois iguales.
    
    Nuestras miradas quedaron fijas, taladrándonos a través de las gafas de sol. Le hubiera soltado una bofetada, pues es lo que el cuerpo me pedía, pero opté por lanzarme a la piscina. Hice varios largos, notando la mirada de la chica clavada en mí.
    
    -¿Quién ha tenido que darse una ducha fría para bajar la inflamación? –preguntó cuando salía del agua.
    
    -Me he tirado al agua para no seguir escuchando tus chorradas –respondí parándome ante ella.
    
    -Ningún hombre se ha resistido nunca a este cuerpo –me retó irguiéndose para que pudiera apreciarlo en todo su esplendor. –Y tú no serás el primero.
    
    –Quiero que dejes este juego…
    
    -¿O qué?
    
    -O le acabarás dando un disgusto a tu madre que no te perdonará en la vida. No se lo merece.
    
    -¿Y tú? ¿Tú qué te mereces? –Se levantó, parándose a escasos centímetros de mí. –Mi madre es un 8 o un 9, sobre todo para la edad que tiene, pero yo soy un 10. –Ante mi sorpresa, me tomó la mano para llevársela a un pecho. Durísimo, más que el de Inés. –Y en la cama soy un 11.
    
    Sus ojos clavados en los míos. Mi mano en aquella teta perfecta. Mientras su izquierda me sostenía la que había posado en su seno, la derecha me tomó de la polla que notó enhiesta a través del bañador.
    
    El ...
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