De palos y astillas
Fecha: 25/01/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... contacto no duró ni un minuto, tiempo más que suficiente para que la joven bruja se sintiera vencedora del envite. La aparté de mí, para adentrarme en la casa e ir preparando la comida.
Subí a ver a mi novia. Logré que bajara a comer y se tumbara en el jardín para echar la siesta. Apenas probó bocado, pero su compañía me sirvió de escudo. Olga se pegó una buena siesta en su habitación.
Inés había pillado un virus que la tuvo dos días más tocada. Incluso perdió peso debido a la poca ingesta de alimentos y a tener que visitar el baño demasiado a menudo. Sobra decir que en tres días, no hubo ningún contacto físico, más allá de caricias y gestos cariñosos tratando de mitigar su malestar.
Olga, en cambio, atacaba con todo. Sus provocaciones eran constantes, rozándome a la mínima ocasión, tirándose a la piscina cuando yo nadaba para ahogarme, esperando que le devolviera la ahogadilla, soltando lindezas con aquella lengua viperina, hasta que me derrotó.
Llevábamos ocho días en Cassís, los tres últimos cuidando de Inés. Debido a la mejora en su estado habíamos cenado fuera pero volvimos al chalet pues necesitaba descansar para estar a tono al día siguiente. Nos acostamos abrazados, besándonos, pues necesito que me hagas el amor. Estamos desperdiciando el tiempo, me dijo. Pero no pudimos consumarlo. Se estaba obligando sin estar bien del todo, así que la detuve. Mañana, cuando estés mejor. Se durmió con la cabeza sobre mi pecho, hasta que tuve que moverla pues la ...
... hinchazón en mi entrepierna no remitía. Fui al baño, donde meé y me lavé la cara, pues el calor arremetía con fuerza. Mi error fue bajar a la cocina.
Me había servido un vaso de zumo, soy incapaz de beber agua de noche o madrugada, cuando la sentí detrás. Me giré para confirmar que estaba acompañado mientras Olga se me acercaba insinuante. Se paró a mi lado, demasiado cerca, tomó el vaso de mi mano y se bebió el líquido anaranjado.
-¡Qué sed tenía! Con este calor, no hay quien duerma –dijo levantándose la mini camiseta de pijama que tanto conocía para abanicarse pecho y estómago. Debería haber huido en ese momento, sobre todo a tenor de la mirada de la chica, pero no lo hice. -¿Tú estás igual de caliente que yo?
No respondí. Mi polla lo hizo por mí. Su mano la había asido notándola crecer a través del pantalón corto que utilizaba para dormir. Con la otra, tomó mi derecha para llevarla a su pecho izquierdo, por debajo de la tela, a continuación tomó la izquierda para llevarla a su pecho derecho, también por debajo de la ropa. Asentadas ambas sobre aquel par de perfecciones, me bajó la única prenda que me separaba de la desnudez, volvió a tomar mi hombría y, sin dejar de mirarme a los ojos, triunfante, comenzó a masturbarme lentamente.
-Parece que tres días sin actividad están haciendo estragos por aquí abajo –soltó acariciándome los cargados testículos con la mano libre. Moví las mías, sobé aquel par de jugosas tetas, mientras nuestras miradas se mantenían fijas. Orgullosa ...