1. De palos y astillas


    Fecha: 25/01/2020, Categorías: Incesto Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... oculto. Dos tetas conocidas por mí, aunque acariciadas sólo un par de veces, se mostraban orgullosas, acompañadas del texto “te echan de menos”. Obvié el mensaje. Me había llegado a media tarde del segundo día.
    
    Casi al unísono me entró otro de Inés para saber qué hacía y qué plan tenía para la tarde, además de preguntarme, ella también, si la echaba de menos. Claro, muchísimo amor.
    
    Pasadas las doce de la noche, el número oculto volvió a la carga. “Te echamos de menos” con otra foto de las tetas, esta lateral. Basta, fue mi respuesta. “¿No te gustaría lamernos?”, “Tengo que acariciármelos sola porque tú no estás”, “Sóbame y te haré otra paja”. Apagué el teléfono.
    
    Por la mañana tenía siete mensajes más, parecidos, además de un par de Inés pues me había olvidado desearle las buenas noches. Le deseé los buenos días, esperando que se conectara para llamarla.
    
    En la foto que me entró aquella noche no se veían los pechos de ninguna chica de 17 años. Parecía una reproducción de la muy cercana visión que yo había tenido de su sexo antes de devorarlo, con el mensaje “Cómeme”. Volví a pedirle que parara. “Cómeme de nuevo y te comeré a ti”. Aunque yo no respondiera, ella insistía, mandándome una segunda foto más próxima con el texto “me derrito” en que pude apreciar claramente la gran cantidad de flujo que lo impregnaba.
    
    La foto del tercer día eran sus labios abiertos con la lengua un poco salida, simulando una felación. “Quiero sentirla aquí”, “quiero saber a qué sabe”. ...
    ... Aunque me negara, que le pidiera que dejara de acosarme, cada noche me acostaba con la polla más dura. Tanto que al día siguiente, Jorge se puso a tontear con dos chicas en la playa, una de las cuales no estaba mal, y les seguí el juego, con la tímida pero estúpida intención de acostarme con una de ellas, a pesar de que no le llegaban ni a la suela del zapato a Inés. Afortunadamente para ambos, esta vez Jorge pudo quedarse con la guapa, así que el poco atractivo que le encontré a la amiga me evitó cometer otro error garrafal.
    
    Aquella noche también me había entrado otra foto. No sé cómo la había tomado, pues esta no podía ser unselfie. Debía haber montado la cámara sobre un mueble, pues sus nalgas, a cuatro patas, se mostraban orgullosas. “Tómame como a una perrita”. A partir de entonces, cualquier mensaje de texto que me mandaba tenía la misma firma, “tu perrita”.
    
    Con la foto de la última noche en Ibiza llegué a empezar una paja. Otra vez era posterior. Otra vez las nalgas se mostraban orgullosas. Pero en esta ocasión, las manos tiraban de ellas abriendo claramente ambos orificios. “Tu perrita necesita que la tomes”, “por dónde quieras”. No respondí basta, o déjalo, ponte a dormir como había hecho las noches anteriores. Acariciándome el músculo principal, entré en su juego. “No te creo capaz”. “Por ti soy capaz de cualquier cosa”.
    
    Durante la siguiente hora entablamos una conversación que nunca debió tener lugar, en que ella proponía y yo otorgaba, demandaba, pidiendo ...