1. De palos y astillas


    Fecha: 25/01/2020, Categorías: Incesto Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... hasta que me planteó presentarme a Olga, su hija. No teníamos decidido hacia dónde dirigíamos la relación, pero parecía que ambos nos la estábamos tomando lo suficientemente en serio para que el paso fuera lógico.
    
    Le había hablado de mí, me dijo, así que quería conocerme, pero no fue esa la sensación que tuve en la cena que Inés montó en su casa para los tres comensales. Olga era un fiel reflejo de su madre con 25 años menos. También rubia, de ojos marrones alargados, de cuerpo estilizado, incluyendo un buen par de tetas. La principal diferencia con su progenitora era de carácter. Mientras una era afable, agradable y cariñosa, la otra era altiva, distante y muy orgullosa. No se lo dije a su madre, pero parecía escamada de haber conocido a otros candidatos a padrastro que no habían llegado a nada.
    
    Igual que su madre, era muy golosa por lo que repitió postre casero,strudell, pero apenas se lo acabó, se retiró a su habitación, encerrándose en su mundo. Tomamos la copa de cava en el sofá, como tantas otras veces, comentando la cena, ¿qué te ha parecido?, bien, agradable. No, no ha sido agradable. Lo será cuando coja confianza, no te preocupes.
    
    Por primera vez en 18 semanas no acabamos desnudos, devorándonos o amándonos. Aunque nos besamos y acariciamos un poco, Inés no estaba cómoda con su hija en casa, así que tampoco quise forzar la máquina. Si quieres te hago una mamada rápida, me planteó, pero decliné el ofrecimiento. Mañana con calma, respondí.
    
    Dado el paso, ...
    ... comencé a pasar más tiempo en aquella casa, estuviera Olga o no. Intenté acercarme a ella, con simpatía, pero no me daba pie así que tampoco me obsesioné. La chica ya era mayorcita, tenía su mundo y en pocos años, si es que nuestra relación se solidificaba, haría su vida y nosotros haríamos la nuestra. Inés sí trató de hablar con ella, pero fue un error, que confirmé a los pocos días.
    
    Era sábado, comeríamos los tres juntos, así que opté por invitarlas a un buen arroz en la Barceloneta. Acababa mayo y el tiempo acompañaba. Las recogí en coche y bajamos a la playa donde tenía mesa reservada en Cal Manel, uno de mis favoritos. Había pedido terraza así que allí nos sentaron. Ambas mujeres estaban espléndidas, halago que hice en voz alta. Inés en un vestido de una pieza entallado en tonos crudos de flores moradas en los filos. Al llevar los brazos desnudos había cogido una ligera rebeca de verano por si la necesitaba. Olga vestía una falda con un poco de vuelo hasta medio muslo acompañada de una blusa también sin mangas. Los mejillones que pedimos de entrante estaban deliciosos, así como la paella, que regamos con un vino de aguja bien frío.
    
    Fue después de pedir el postre que Inés se levantó para ir al baño, me besó amorosamente y se perdió en el interior del local. La calidez del beso no había pasado desapercibida para Olga que me miró desconfiada a lo que quise aclarar:
    
    -Tú madre me gusta mucho. Es una gran mujer. –Respondió con un leve movimiento de hombros, cuyo ...
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