De palos y astillas
Fecha: 25/01/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... significado interpreté como a mí qué me importa, así que insistí: -Mira Olga, no sé qué experiencias has tenido con anteriores parejas de tu madre pero soy honesto y siento que la cosa va en serio. No te pido que me ayudes ni nada, solamente que trates de comprendernos.
-Veo que no te ha contado nada de sus ligues, ¿verdad? –No me dejó responder. –Para tu información, no eres el primero, ni el cuarto, ni el décimo que va en serio con mi madre. Pero a la hora de la verdad, cuando le habéis pegado cuatro polvos os cansáis de ella y la dejáis tirada. Así que, ¿para qué necesito ser tu amiga? ¿Me harás de padre?
-Ni me ha contado ni me interesa conocer. Me interesa ella, su felicidad… -me interrumpió con una mueca de incredulidad -…sí, su felicidad y la mía, claro. Tu madre me gusta, es una gran mujer, además de muy guapa. No me cansaré después de cuatro polvos, entre otras razones porque esa cifra lleva meses superada, ni tampoco quiero ser tu padre ni tu amigo. –La miré fijamente para afirmar: -Quiero hacerla feliz y ser feliz con ella. Y tienes razón, puede no resultar, pero ambos habremos sido honestos.
-No te creo, como tampoco me creí a los que me contaron una película parecida.
-Concédeme el beneficio de la duda, al menos.
Fue la última frase de la discusión pues Inés apareció en la terraza. Otro beso cálido, aquella sonrisa de felicidad, la mía como respuesta y la seriedad de Olga como decorado. Su madre se dio cuenta, claro, pero nos trajeron los postres y ...
... allí terminó la guerra.
***
Junio fue un mes tranquilo, lo que me impidió intuir por dónde irían los tiros en julio. Olga y yo nos tolerábamos, civilizadamente, mientras mi relación con Inés era cada vez más próxima. Hicimos planes para pasar juntos las vacaciones, algo que no le hizo ni pizca de gracia a la hija, pero di por hecho que con 17 años se iría algunos días con sus amigas.
Me llevé la primera bofetada el último día de junio. Hacía calor, estábamos en su casa, a la que había ido a cenar después de salir del trabajo. Había ayudado a Inés a preparar una cena fría que disfrutaríamos en el sofá viendo una película, Spotlight, que Rita le había dejado a mi novia. Me sorprendió que Olga se quedara a verla pero de entrada lo celebré.
Inés y yo estábamos sentados en el sofá de tres plazas de cara al televisor, mientras Olga había elegido el sillón individual que quedaba a mi derecha. Ambas mujeres llevaban poca ropa, vestidos veraniegos de andar por casa, aunque a una chica guapa cualquier trapo le queda como un guante. Mi sorpresa vino a la hora de película, aproximadamente. Inés se había dormido sobre mi hombro. Cuando me di cuenta miré a su hija en un gesto cómplice, mira a tu madre, pobre, pero la respuesta que obtuve me dejó estupefacto.
Olga abrió las piernas mostrándome su ropa interior, blanca, mientras sus ojos me taladraban. La miré inquisitivamente. ¿Qué coño estás haciendo? Pero ni se inmutó. Me aguantó la mirada unos segundos más, hasta que giró ...