1. Ya soy el puto del equipo (VI)


    Fecha: 17/02/2020, Categorías: Lesbianas Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... mostré, abrió por un momento los ojos como un búho ululando y le dejé que me tocara el cuerpo como quisiera. Yo también lo hice para goce suyo, porque se le puso una erección de caballo y le masturbé hasta eyacular sobre mí mientras relinchaba. Pensé que tenía que acabar para llegar a casa a mi hora deseada. Nos secamos, vestimos y salimos. Me puse la llave de nuevo en el cuello para dársela a Gunnar en la noche.
    
    — Calvero, porfa, ¿cuál es tu nombre?
    
    — Luís, ¿por qué?
    
    — De ahora en adelante para mí serás Luís,
    
    — Gracias, Doro, fuera de mi casa serás el único.
    
    — Ya verás como no, me encargo de eso.
    
    — Te lo agradeceré, Doro, de verdad, gracias.
    
    Se fue en dirección a su casa y yo subí por la Avenida Universitaria hasta llegar a la mía.
    
    Saludé a mi taita y fui a dejar mi mochila en mi dormitorio. Al punto llamó Abelardo y pregunto:
    
    — Hola, guapo, ¿cómo ha ido?
    
    — Normalito y rápido, —contesté.
    
    — ¿Vale la pensa?
    
    — Si le enseñamos algunas cosas, sí, anda muy verde…
    
    — ¿No pasó el examen?
    
    — Sí, pero muy ajustado, —respondí ...
    ... riéndome.
    
    — Ah, que no te olvides, que esta noche cenamos con el míster…
    
    — Ya, sí, pero, ¿dónde?
    
    — Creo que es en el Camarón rojo, o eso creo haberle escuchado, pero como tengo su número de móvil, le pregunto y ya te digo.
    
    — ¿Vienes a casa después de cenar?
    
    — No sé, no sé, hoy mi padre me ha echado una bronca super y casi me pega…
    
    — ¿Por qué?
    
    — Dice que le han dicho cosas de mí, pero no me ha aclarado nada…, fíjate, te estoy hablando desde la calle frente a mi casa, sé que me están vigilando y he dicho que ceno con un profesor y no sabes cómo sea puerto mi viejo…
    
    — No necesitas avisar para venir a casa, esta noche si puedes vienes, si no puede ser, no pasa nada…
    
    — Pero yo te quiero, Doro…
    
    — Ya lo sé, yo también…, aunque ya sabes como.
    
    — Si, si, eso de la polis no sé qué, —dijo riéndose.
    
    — Poliandria, Abelardo, poliandria…
    
    — Pero me quieres…
    
    — Claro que te quiero, incluso tenerte en mi cama.
    
    — Jo, macho, eres una perla brillante.
    
    — Para mí tú vales más que un rubí.
    
    — Hasta las 8 de la tarde.
    
    — Hasta luego, pues. 
«12345»