1. Mi tía me sedujo


    Fecha: 21/09/2017, Categorías: Incesto Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... cabeza la conversación que minutos antes había sostenido con mi tía… ¡Mi tía! Y sin pensarlo, mi mente se imaginaba a mi tía besándose apasionadamente con alguien, mientras era tocada por todo el cuerpo. Me imaginé a algún personaje aprisionando sus pequeños pechos y agarrando su hermoso trasero.
    
    En esos pensamientos estaba cuando por fin regresamos al edificio donde morábamos. Yo vivía en el 2º piso y ellos en el primero. No hay elevadores, así que siempre hay que subir escaleras. Mi primo moría de ganas por ir al baño y debido al tráfico, tuvo que aguantar bastante, así que al llegar salió disparado al baño. Mi tía y yo nos quedamos atrás. Caminamos sin decir nada y a mí se me cayeron las llaves de la camioneta cuando subíamos por las escaleras debido a andar jugueteando con ellas, lo cual hizo que mi tía se adelantara un poco. Recogí las llaves y al levantar la mirada, inevitablemente mi atención se centró en las hermosas nalgas de mi tía que subía las escaleras.
    
    No sé cómo demonios hacen las mujeres para saber todo, pero de alguna manera, lo hacen. Y así fue con mi tía, quien dedujo que le estaba mirando el trasero y volteó la mirada hacia mí. Yo aparté la mirada hacia otro lado y fingí demencia. Seguí subiendo con ella como si no hubiera pasado nada y según yo, no lo había notado. Nosotros siempre nos despedimos con un beso en la mejilla y un abrazo (costumbres familiares) y cuando lo hice, sostuvo un poco más el abrazo y me dijo al oído: “¿me estabas viendo el ...
    ... culo verdad cabrón?”
    
    Yo me quedé de piedra. Si me había visto. No supe que decir ni que contestar. Estaba muy apenado, pero cuando pensé que me iba a echar bronca, me dijo: “está bien sobrinito. Yo sé que estoy buena. Me puedes ver las nalgas cuando quieras, no te cortes” y después se despegó de mí y me dio otro beso. Pero ese beso fue de esos que se dan muy cerca del labio, pero sin ser en los labios. Fue de esos besos que parecen inocentes pero que son con toda la intención. De esos besos que parece que fue un accidente que es casi en la boca, pero que en realidad va con ese propósito.
    
    Me dio el beso, cerró la puerta de su departamento en mis narices y me dejó parado, con la cara al rojo vivo, un vacío en el estómago y un mar de confusión.
    
    Jamás, hasta esa noche, había pensado mal en mi tía. Ni siquiera con ninguna de mis primas o mi hermana, que, la verdad, están de infarto. Son unas mujeres bastante solicitadas. Tampoco pensaba en mis otras tías, que también son bonitas y están bien conservadas. Pero, por alguna razón no me podía sacar de la cabeza a mi tía y esa nueva faceta que no conocía de ella. Y mi mente viajo tan rápido que esa misma noche me masturbé pensando en ella.
    
    Y ahora, cada vez que la veía, la veía con otros ojos. La deseaba. La desnudaba con la mirada y a ella no parecía importarle. Al principio, cuando regresaba de la escuela, la veía colgando la ropa y me fijaba en sus pechos o en sus nalgas, pero ella me sorprendía y yo apartaba la mirada a lo ...
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