1. Los crímenes de Laura: Capítulo decimoctavo


    Fecha: 28/02/2020, Categorías: Incesto Autor: Silvade, Fuente: CuentoRelatos

    ... Dios antes de apretar el gatillo. Pero allí no estaba Dios, lo recordaría… ¿Por qué volvieron a encubrirlo?
    
    -Por lo mismo que la vez anterior. No sabíamos cuánto habías averiguado, cuánto sabías… Y esperamos que tu venganza hubiera concluido. Estuvimos muy atentos a ti durante un tiempo. Aun así, año tras año, al llegar el dieciocho de diciembre, intentaba estar lejos del país, o a cubierto, sólo por si acaso. Pero con los años he ido abandonando esa costumbre. Llegué a estar seguro de que todo había acabado.
    
    -No estamos en diciembre.
    
    -¿Por qué?
    
    -¿Por qué qué?
    
    -¿Por qué ahora? ¿Por qué no estamos en diciembre?
    
    -¿Por qué no? Lo tenía todo listo, las chicas localizadas, ustedes confiados, y decidí que era el momento. Si hubiera esperado corría el riesgo de que el señor Perea alcanzara la muerte sin concederme la satisfacción de llevar a cabo mi venganza.
    
    -Creí que era justicia.
    
    -Lo es. ¿Ya ha averiguado que hacemos aquí?
    
    -Lo he estado pensando. Pero no, no lo sé.
    
    -Déjame que le hable de ella. Era preciosa, eso ya lo hemos convenido. Pero era una mujer de mirada triste. No era feliz. Vivía aterrorizada. Vivía con miedo al hombre que la atormentaba, y vivía con miedo por mí. Siempre intentaba desviar los golpes que iban dirigidos a mí, y solía conseguirlo. Las palizas que recibía eran mucho peores que los golpes que yo solía llevarme, pero aun así, ella siempre prefería ser el blanco de su ira, antes de ver cómo me pegaba.
    
    »Y era fuerte. Era una ...
    ... mujer extremadamente fuerte. Si no lo hubiera sido no hubiera aguantado todo lo que aguantó. Aunque sospecho que si yo no hubiera estado allí, si yo no hubiera nacido, no habría consentido aquel trato durante tanto tiempo. Así que en cierta manera puede decirse que yo soy el culpable de su muerte. –Hugo hizo una pausa y respiró hondo-. En cierta manera... Pero yo hacía lo que podía, siempre hice lo que pude para evitarle dolor. Cuando él la golpeaba hasta dejarla al borde de la muerte, era yo el que la cuidaba y la curaba, el que intentaba hacerle la vida lo más cómoda posible. Y ese fue mi error y mi, si me permite decirlo, pecado.
    
    »Llegó un momento en el que el amor que sentía por ella, se transformó en algo más. No pude resistirme a su belleza, a su tristeza, a su cariño, a su fragilidad, a su feminidad. No me mire con esa cara. ¡No se atreva a juzgarme! –El desprecio y la ira teñían la voz de Hugo-. Usted puede pensar que aquel amor incestuoso era aberrante, pero le puedo asegurar que no ha habido amor más hermoso, más puro. Si comparamos mi crimen, el amar a una mujer que necesitaba ser amada, y el suyo, permitir que un monstruo quedará en libertad, me parece que sale usted perdiendo. Amar no puede ser malo.
    
    -No pretendía… No era mi intención juzgarte.
    
    -Era un amor puro –continuó Hugo consiguiendo retomar el control del tono de su voz e ignorando la intervención del juez-: era un amor puro porque no puede serlo de otra forma. Si no es puro, no es amor. Y lo mejor ...
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