Los crímenes de Laura: Capítulo decimoctavo
Fecha: 28/02/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Silvade, Fuente: CuentoRelatos
... entender los de nuestro senil amigo, y puedo entender los del teniente Xacón… Oh, sí, a él también le aguarda su destino… No está aquí con nosotros hoy, pero créame, no tardará mucho en encontrarme. Puedo entenderles, pero no puedo perdonarles. Y aunque pudiera, eso es algo que no me compete a mí, pues sólo ella podría darles el perdón que me otorgó en su lecho de muerte. Y eso, dadas las circunstancias, es imposible.
-¿Conocías mis motivos?
-Les he investigado, y les he observado durante mucho tiempo.
-Entonces, ¿por qué me has preguntado por qué?
-Quería oírlo de sus labios. Quería oír sus excusas, sus justificaciones, sus patrañas, ¡sus mentiras!… En cierta medida su sinceridad me ha decepcionado. Francamente, esperaba otra cosa, una actitud orgullosa, desafiante. Pero me da la sensación de que ha claudicado, de que siente que se merece esto.
-¿Si lo merezco…? Puede que tengas razón… puede que lo merezca. Pero no quiero morir.
-Ella tampoco quería.
-Supongo que nadie quiere.
-Yo quise, durante mucho tiempo. Y ahora, si le soy sincero, me da igual seguir viviendo. Casi he llegado a cumplir mi objetivo, cuando ustedes dos y su cómplice estén muertos, mi vida habrá dejado de tener sentido.
»No, no… No voy a suicidarme, y mucho menos a hacerlo antes de hacer justicia. Si salgo de esta con vida, tengo a una preciosa joven, Carolina, esperándome muy lejos, con dinero suficiente para vivir con holgura una vida placentera… Pero si no, si caigo en el ...
... intento, o acabo entre rejas… Si he conseguido mi objetivo, el resto me dará igual. Porque podré mirar a los ojos a mi madre, a su recuerdo, y devolverle la sonrisa.
-Entonces ¿vas a matarnos?
-Me temo que no tengo opción… Me ha costado mucho llegar hasta aquí… Y no tendría sentido que acabara de otra forma.
-¿Por qué aquí? De todos los lugares a los que podrías habernos llevado, de todos los lugares de los que podrías haber huido con facilidad, en los que habrían pasado semanas antes de que nos descubrieran… ¿Por qué aquí?
-Me sorprende que aún no haya atado cabos… Ya sé que no puedo sacar nada de él, pero usted le conocía… ¿El señor Perea estaba arrepentido?
-Si tus investigaciones han sido tan exhaustivas como me has dado a entender, deberías saberlo.
-Lo sé, pero quiero que me lo diga.
-Nuestro senil amigo estaba horrorizado por lo que había hecho. Creo que no pasó un solo día de su vida en el que no se arrepintiera, ni una noche en la que no despertara con pesadillas sobre lo acontecido aquel día. Es posible que a él también le persiguiera el fantasma de tu madre. No éramos amigos, pero tengo la sensación de que nunca pudo perdonarse a sí mismo. Tal vez su enfermedad sea una bendición para su alma.
-¿Y usted?
-¿Qué?
-¿Ha podido perdonarse?
-Nunca he sentido necesidad de hacerlo.
-El perdón es importante, ¿sabe?
-El perdón sólo puede concederlo Dios o un sacerdote, y supongo que también puede hacerlo la víctima. En este caso no soy ...