54.2 Sin complejos ni obsesiones y Fin
Fecha: 03/03/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
Me despertaron los golpes de uno de los niños montado a horcajadas en mi espalda. El pequeño Daniel me espoleaba como si yo fuera un caballo. Giré la cabeza hacia las risas que venían de Gonzalo y el mayor, querían jugar un rato y les dimos gusto pasando unos minutos lúdicos, permitiéndoles que montaran sobre nuestros abdómenes, soñando con ser vaqueros. Wes resolvió la situación cuando entró y después de saludar nos anunció que Nicolás estaba desayunando con la abuela.
Los niños saltaron queriendo ir a su encuentro, se lo impedí colocándome delante de ellos y los llevé a su baño para prepararles y vestirles. Leonor estaba en la habitación y después de salir del baño se los dejé para que los vistiera mientras yo me preparaba.
Gonzalo estaba terminando y comencé a afeitarme y lavar la boca.
-Tienes que delegar más en Leonor.
-Sabes que me gusta estar con ellos y ser yo quien les enseñe los pocos días que puedo hacerlo. –me miró a través del espejo sacándome la lengua en un gesto burlón, él deseaba que dejara mi trabajo durante un tiempo y yo no cedía, ya no me lo pedía recurría a burlarse cuando protestaba por algo.
Llegaron al comedor antes que nosotros y cuando entramos los dos estaban en los brazos de Nico. Me senté al lado de la abuela después de besarla para levantarme otra vez e ir preparando los desayunos. Tegan había abandonado el comedor para ir a buscar alguna cosa a la cocina.
-¿Qué te sucede Nico?, ¿no podías dormir? -dejó de atender a los niños ...
... para fijarse en mí que le miraba ceñudo.
-Quería verlos desayunar… -se quedó unos instantes dudando. –Solo es un juego de arquitectura, no te enfades, les ha gustado y puede que así despierte su vocación.
Nicolás sabía mi aversión a que en todo momento estuviera regalando juguetes a los niños, iba a conseguir que le quisieran por lo que les traía únicamente, y ya le había pedido en varias ocasiones que no lo hiciera, y ya veía como me obedecía.
Los quería demasiado y los mimaba más que Gonzalo o yo mismo.
Los veía correr por el verde, llevando cada uno de ellos a uno de los niños sobre sus hombros, intentando ser el primero en llegar donde jugarían al futbol.
Pasamos la mañana en el parque, como hacíamos muchas veces si el tiempo lo permitía y estaba sin llover, donde me tocaba hacer de portero cuando nunca había jugado al fútbol, causando su risa con los goles que me metían aunque yo no quisiera, y ese rato Nico no se lo perdía si estaba ese día en Londres, así ya era un asiduo de las comidas de los sábados, donde la abuela lo invitaba como mero gesto protocolario.
Se despidió y quedamos en pasar a recogerle, para a la noche ir a cenar fuera. Hacía meses que cuando Nicolás venía a Londres utilizaba el estudio de Gonzalo, éste se lo había pedido y entregado una llave.
-Le he notado preocupado y no ha dicho el motivo, ¿sabes algo? -me dio un pequeño azote en el culo al pasar detrás de mí.
-¿Por qué no le has preguntado? Solamente te has enfadado con él ...