1. Noche de pasión en Lisboa (III): Sacando de apuros a Amália


    Fecha: 07/03/2020, Categorías: Gays Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos

    ... y pone una pierna a cada lado de las mías. Abro los ojos y constato que efectivamente bajo la bata está desnuda, alcanzo a ver su sexo depilado, así que cierro los ojos para no meterme en problemas, no tenemos tiempo de hacer nada, así que mejor, tranquilizarme. Ella se sienta a horcajadas sobre mis piernas para afeitar el cuello, y con el movimiento, va rozando sus muslos con los míos, así que entre eso y el recuerdo de la visión de hace un momento, mi pene se alegra, y según la erección se va consumando, por casualidad y sin buscarlo, el glande traza una trayectoria que pasa por el interior de sus labios menores y se queda apoyado, haciendo fuerza hacia arriba sobre su clítoris. Amália al notarlo, da un respingo y aparta rápidamente la navaja de mi cuello al tiempo que me dice:
    
    —Le echas mucho valor, teniéndome con una navaja barbera en tu cuello.
    
    —Lo siento, cielo, ha sido totalmente reflejo.
    
    Ella se libera y deja que mi miembro siga su camino libre y continúa hasta terminar de afeitarme. En ese momento llaman a la puerta. Es Paulinha que trae mi ropa planchada. Amália la recoge entreabriendo la puerta y yo me visto, quedando preparado para la ceremonia, momento en que Amália me echa fuera de la habitación, al tiempo que me dice:
    
    —Ahora voy a vestirme yo, así que por favor, sal de la habitación y espérame abajo. No hay tiempo de terminar lo que podamos empezar. Ten paciencia y créeme que no quedarás sin tu premio.
    
    Bajo al piso inferior para esperarla y ...
    ... observo que comienzan a llegar invitados que se mantienen en el exterior hablando entre ellos. Se nota que se conocen y van de un grupo a otro charlando distendidamente. En ese momento veo a Paulinha que viene casi corriendo hacia mí y me pregunta que si quiero tomar algo mientras espero. Declino la bebida y le comento que no se preocupé por mí, que procure atender al resto de invitados. En esas estoy cuando oigo unos tacones en el pasillo superior, me vuelvo y es Amália que viene a mi encuentro, la veo bajar la escaleras y no me canso de admirarla. Trae un vestido de muselina color azul marino, casi a juego con mi traje, con falda de mucho vuelo y larga por debajo de las rodillas, en los pies unos zapatos de tacón, también azul oscuro, una carterita de mano y el pelo recogido en un moño bajo, con forma de lazo, tocada con un solideo negro del que parte una redecilla que le cubre el rostro hasta la altura de la nariz, salpicada con lentejuelas negras. En las orejas, una perla solitaria en cada lóbulo, y como únicas joyas, su reloj con pulsera de oro, además de un anillo con una esmeralda en su mano izquierda. Según baja la escalera, mira detrás de mí, controlando que no haya nadie y se levanta la falda por delante, mostrándome la braga que le conocí la primera vez que nos acostamos juntos, mientras me sonríe pícaramente. Tampoco se ha puesto uno de sus sostenes especiales, el pecho luce en todo su esplendor. Al llegar a mi altura me toma del brazo al tiempo que me comunica que ...
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