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Noche de pasión en Lisboa (III): Sacando de apuros a Amália
Fecha: 07/03/2020, Categorías: Gays Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos
... viene acercando a nosotros con paso inseguro. Si bien se muestra encantador aparentemente con las personas que va encontrando y saludando, observo que las reacciones a su presencia son correctas, pero frías. En ese momento escucho a Amália diciendo: —Válgame Dios, apenas son las cuatro de la tarde y ya está borracho. —¿Quién es? Me parece que es tolerado pero no muy querido. —Se llama Héctor Queiroz, es el hijo único de un matrimonio mayor, muy respetado, pero que tardaron mucho tiempo en tenerlo. Como ves, a primera vista es un hombre atractivo, y la verdad es que cuando está sereno, su trato es exquisito. Abusa del dinero de su familia y hace vida de playboy. Lamentablemente, su estado habitual es el que estás viendo, y lo malo es que tiene muy mal beber. No tenía que estar aquí, la invitación era para sus padres, pero han declinado alegando su edad y le han enviado a él en representación de su familia. No hay manera de evitarlo, porque mi cuñado tiene negocios con sus padres, por lo tanto, es un compromiso ineludible. Vaya por Dios, no soporto a los borrachos, y menos cuando parece que tengo un imán para que me toquen a mí en suerte. Además, tengo un mal presentimiento. El tal Héctor se viene acercando a nosotros y al llegar a nuestra altura, mi compañera hace las presentaciones ofreciéndole una mejilla al saludar. Él se inclina hacia adelante para besarla y hace como un traspié, pasando una mano por el exterior de un pecho de Amália, al tiempo que con todo ...
... el descaro, se lo tantea apretándolo. Mi compañera da un respingo y le aparta la mano, pero en lugar de retirarse y disculparse, el playboy intenta de nuevo sobarle el pecho a mi amiga. Entonces yo le aparto la mano de un manotazo, y le miro fijamente a la cara mientras le interpelo: —Haga el favor de disculparse y déjenos tranquilos. —A usted ¿quién le ha dado vela en este entierro? Me contesta con chulería. —Señores, por favor, tengan en cuenta donde estamos y el día que es. Por favor, no den un espectáculo – Dice Amália contrariada. Busco con la mirada y me doy cuenta que estamos ante un edificio que tiene un portón grande, de doble hoja, de madera y preguntando qué es ese edificio, mi compañera me dice que son los edificios auxiliares de la finca, cuadras y almacenes. Entonces, sin quitar la vista de la cara del tal Héctor, dejo caer: —Tranquila, este caballero y yo entraremos ahí, charlaremos y llegaremos a un acuerdo satisfactorio para todos. He de decir que a lo largo de 60 años, como no podía ser de otra manera, me he visto en situaciones parecidas, pero a un manco le sobran dedos para contar las veces que me he visto en la necesidad de llegar a las manos. La gran mayoría de las veces, he rehuido la pelea, no por cobardía, si no porque las más de las veces, una vez pasado el calentón, con una disculpa hemos solucionado las diferencias sin que llegue la sangre al río. Pero hoy las campanas doblan a San Joderse, y yo he sacado la pajita corta en el ...