-
Noche de pasión en Lisboa (III): Sacando de apuros a Amália
Fecha: 07/03/2020, Categorías: Gays Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos
... la tendencia natural es bloquear el golpe con la mano derecha y desplazarse hacia la izquierda, con lo que uno va con la cara al encuentro de su puño derecho que saldrá con décimas de segundo de diferencia con el izquierdo. En lugar de eso, me venzo hacia mi derecha al tiempo que le suelto una patada con todas mis fuerzas a la canilla de su pie de apoyo y levanto mi mano izquierda agarrando la suya, tirando de ella hacia mí. Al sentir el dolor por la patada y el tirón de su mano, se desequilibra cayendo hacia adelante y pasando por mi izquierda. Al paso de su cabeza a la altura de mi cintura, le empalmo un puñetazo en el pómulo con mi puño derecho, cargado con el mechero. Es como si le golpease con una bola de madera sólida. En menos de media hora va a tener ese ojo cerrado y un hematoma que le va a cubrir media cara. Cae a cuatro patas y aún no ha tocado el suelo cuando yo giro sobre mi pie izquierdo y por detrás con toda la energía del giro, le atizo una patada en la entrepierna. Abre la boca en un grito mudo y comienza a vomitar en el suelo. Tengo la adrenalina por las nubes y el cuerpo me pide que le patee la cabeza, pero me puede la razón y dado que ambas familias tienen tratos comerciales, dejo correr el asunto para no agravar más la cosa. En ese momento no puedo resistirme a terminar de humillarlo y agachándome, le desabrocho y le quito los pantalones y el calzoncillo, al tiempo que le saco los zapatos, saco la cartera de su bolsillo trasero y la tiro su lado, hago ...
... un hatillo con la ropa y los zapatos y lo guindo sin pensarlo por el brocal de pozo. No puede salir de aquí sin cruzar la celebración. A ver como justifica su estado. Busco en su chaqueta y le quito el móvil, metiéndomelo en el bolsillo y salgo a reunirme con Amália. Todo ha ocurrido en poco más de 30 segundos. Mientras nos dirigimos a la pista de baile, con disimulo, dejo caer su móvil cerca de la mesa del buffet y le doy una patada, dejándolo oculto a la vista debajo de la mesa. Sobre las siete de la tarde aparecen los novios cambiados con ropa de calle, y comienzan a despedirse de los invitados ya que se dirigen a Lisboa a tomar un avión para comenzar el viaje de Luna de Miel. Cuando se acercan a nosotros me parece estar contemplando una copia de Amália un cuarto de siglo más joven. Más parece hija de mi amiga, que su sobrina. —Tía, perdonadnos que no hayamos podido estar más con vosotros, pero ya sabes como es esto – Dice Magnolia dirigiéndose a su tía y dirigiéndose a mí con una sonrisa pícara me espeta: —Así que es usted el español que hace que mi tía levante adoquines suspirando. —Niñaaa – dice Amália. —No sabía que le producía ese efecto a tu tía, pero me alegro, ya que la tengo en mucho aprecio —No seas creído, que hasta mañana por la mañana, la estancia puede hacérsete muy solitaria – dice de nuevo mi compañera. —Volte sempre (vuelva siempre) – me dice con simpatía el novio, en esa fórmula que los portugueses utilizan para despedirse de los ...