Desafío de galaxias (capitulo 18)
Fecha: 22/09/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos
... Bertil y mirándole fijamente a los ojos—. Vas a ir a Konark un tiempo para completar tu formación junto a Pulqueria. Un guerrero místico no solo da espadazos, es mucho más, y tú tienes que aprender a serlo.
—Así lo haré mi señora…
—Pues apúntate bien lo que te voy a decir. Aquí tienen… tenemos muchas expectativas con vosotros, y lo que no tengo es tiempo para
perderlo inútilmente. Te prometo por lo más sagrado que tú tengas, que como provoques el más mínimo problema, de una patada en los huevos te mando por el portal de vuelta a tu puta casa. ¿He hablado claro?
—Perfectamente mi señora.
Durante tres meses, Bertil y sus compañeros estuvieron en el monasterio de Konark, y no estuvieron de turismo. La priora les dio caña hasta la extenuación, y en una ocasión, en la que uno de los compañeros de Bertil se pasó de la raya, ella misma se ocupó de pararle los pies con una llave que le fracturó una mano antes de que los demás pudieran intervenir.
Una mañana, a primera hora, la priora entró en la sala de entrenamiento y dando un par de palmadas llamo la atención de todos.
—Hermanas, suspendemos el entrenamiento. La general Martín está a punto de llegar.
Todos salieron siguiendo a la priora que se encaminaba a la parte exterior de las murallas del monasterio. De entre las nubes, como un leviatán emergiendo de la bruma, apareció la colosal silueta del Fénix. Aterrizo suavemente a un par de kilómetros del monasterio y una lanzadera salió de uno de sus hangares y ...
... se dirigió a su posición.
—Buenos días reverenda madre, —dijo Marión saliendo por la escotilla de la lanzadera, seguida por Anahis, Loewen, Opx y Clinio.
—¿No viene Marisol? —preguntó la priora mientras se abrazó con todos.
—Si, reverenda madre, —contestó Marión frunciendo en ceño— viene en esa maquina infernal que tanto le gusta.
—¿Si? —preguntó la priora con los ojos iluminados.
—¡Sí! —respondió Marión mientras Anahis se reía—. Por ahí viene.
A lo lejos, un diminuto punto se aproximaba levantando una gran polvareda. El todoterreno llegó hasta ellos envolviéndolos en una nube de polvo.
—Vosotros dos, subiros detrás, —dijo la priora dirigiéndose la Pulqueria y Bertil—. Y mientras nosotras hablamos, no os quiero ver abrir la boca.
Con la priora sentada a su lado, Marisol arrancó y a toda velocidad se dirigió a los Lagos Humeantes a donde llegaron una hora después. Se bajaron del vehículo y las dos mujeres se fundieron en un afectuoso abrazo. Se sentaron sobre la yerba y comenzaron a hablar de cotilleos y cosas intrascendentes, ante los ojos incrédulos de Pulqueria y Bertil que, sentados a un par de metros de ellas, no daban crédito a lo que oían. Muchas risas después, por fin, Marisol los miró fijamente.
—¿Cuánto les queda, reverenda madre?
—Si los necesitas, ya están a tu disposición, hijita, aunque tienen que seguir con el entrenamiento. Confía en ellos.
—¿En Bertil también?
—¡Claro que sí! —contestó la priora riendo—. Es cierto que es un ...